Capítulo 12

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Galletitas otra vez

Porque uno nunca se puede cansar de las galletas, especialmente con chocolate. 

Tom no estaba seguro de que pensar.

Era una mañana despejada, con las nubes desaparecidas y sol en abundancia. Un relajado tarareo flotaba por el pasillo de la mansión junto con el olor de chocolate y algún producto recién horneado. Los mortifagos recorrían los pasillos y habitaciones de la mansión buscando disimuladamente el origen del divino aroma y se preguntaban si podrían conseguir un poco del producto al estar terminado.

Tom no sabía si reírse, decepcionarse o burlarse del mal intento de investigación oculta. Sus seguidores parecía un grupo de niños buscando dulces escondidos por toda la casa. A veces se preguntaba por qué su hombres eran tan incompetentes. Debe ser la endogamia, se decidió, o la falta de uso de la inútil masa que ellos llamaban cerebro.

Si estaban buscando comida, lógicamente, debieron empezar por la cocina.

Un dato que parecía no registrarse en sus inútiles cabezas pero para Tom fue el primer pensamiento que lanzó su cerebro al detectar el dulce olor de lo que suponía eran galletas o chocolates de algún tipo.

Se dirigió con paso lento a la cocina de la casa, abrió la puerta con curiosidad disimulada y lo primero que encontró fue una divertida vista de la Potter del día cubierta de harina. Cabello celeste ondulado salpicado de blanco, ojos verde claro parpadeando rápidamente para despejar la vista y una bolsa ya sin contenido tirada en el suelo. 

Parecía concentrada, como si todo a su alrededor se hubiera desvanecido y solo quedara su actual trabajo para concentrarse. No era la primera vez que la conocía, Tom sabía que ella siempre se enfocaba demasiado en este tipo de cosas y apenas notaría su entorno, mucho menos lo escucharía entrando en la misma habitación.

-Buenos días Tamara -Saludó con sequedad, internamente divertido por el desastre de cocina que había causado.

-¡Tom! Buenos días, llegas en el momento justo, ven a ayudarme. - La chica prácticamente demandó, entusiasmada con la sola idea de hornear algo. En el momento en que las palabras fueron analizadas Tom supo su respuesta.

-No

-Pero Toooooom, no puedes...

-Dije que no

-No seas malo Tom, yo solo quiero pasar tiempo contigo.

Por supuesto, era simplemente imposible negarle algo a la chica si lo miraba así, ojos anchos como un cachorro y labios fruncidos en un puchero. El Lord Oscuro sabía que si se seguía negando vendrían las lágrimas, y eso era algo que prefería evitar a toda costa, no soportaba el llanto.

Fue así como Tom Riddle, el Lord Oscuro más peligroso de este siglo, terminó en la cocina de la mansión Malfoy preparando galletas con chocolate. Después de una lucha con harina en la que negaría haber participado hasta el día de su muerte tuvieron que buscar entre todas las bolsas del almacén una que contuviera harina pues todas las bolsas que se mantenían en la cocina se habían acabado. La búsqueda tardó mucho más de lo que Tom estaría dispuesto a admitir y fue más complicada de lo que pensó originalmente, Voldemort se encargaría de castigar al encargado de organizar el almacén de comida, estaba tan mal etiquetado que estuvo apunto de confundir la sal con el polvo de hornear...Aunque su inexperiencia en la cocina también podría tener un poco que ver con eso.

El postre en cuestión fue tan bien como cabría esperar cuando alguien como Tom Riddle está involucrado, es decir, una catástrofe que si no fuera por algunos arreglos de Tamara podría causar una intoxicación alimentaria a cualquiera que osara probarla. 

***

-Tienes que medir media taza de azúcar Tom

-Lo se

-Media taza de azúcar Tom

-¡Lo se!

-¡Entonces porque veo que estás echando una taza llena de azúcar!

-¡Es una taza pequeña, es como si fuera media taza!

-¡Eso ni siquiera tiene sentido Tom! Esa es una taza de tamaño normal.

-Eres una mentirosa, solo estás celosa de que mido azúcar mucho mejor que tu. -Respondió petulante, a Tamara le recordó tanto a Draco que no supo muy bien como reaccionar. La chica le lanzó una mirada poco impresionada que solo sirvió para irritar aún más a Tom, ninguno de los dos quiso ceder, y al final, tuvieron que poner más de todos los demás ingredientes para no terminar con una galleta más dulce que un caramelo.

***

-Tom, déjame echar los huevos a mi, tu no tienes idea de como hacerlo. 

-Cállate, si se como hacerlo, ¿Qué tan difícil es romper un par de huevos?

Tamara no pareció convencida, pero como todos sabemos, la terquedad de Lord Voldemort a veces es tan grande como su ego, por lo que decidió, sabiamente, no hacer nada al respecto y dejarlo continuar. Por supuesto, era la primera vez que Tom Riddle intentaba romper un huevo y echar su contenido a un tazón, por lo que, naturalmente, la mitad de la cáscara terminó en la mezclar que intentaban hacer aceptable.

-Te dije que no era tan complicado

-Tom, se supone que la cáscara no debe caer al tazón

-Dije que era fácil romper un par de huevos, nunca dije nada sobre mantener la cáscara fuera de la mezcla.

La respuesta de la chica fue arrojar la mencionada mezcla sobre Riddle. Justo en la cabeza y su preciado cabello ondulado que aunque siempre lo negaba, ellos sabían que siempre se tomaba el tiempo de arreglar en las mañanas.

-¡TAMARA!

La chica solo pudo salir corriendo de la cocina en medio de carcajadas, esquivando de manera casi experta, principalmente por la práctica, los maleficios que el Lord Oscuro le lanzaba. 

***

Los mortifagos no sabían que decir. Su señor había cambiado lenta pero seguramente en los últimos meses, se abstenía de castigar a sus seguidores por cada pequeño error que cometían, dejaba entrar a traidores de la sangre al que se supone que era el refugio seguro de su lado de la guerra y a veces casi parecía...feliz.

Por supuesto, todos esos cambios no los prepararon para que ocurriera algo como esto.

Lord Voldemort estaba sentado en su asiento en la cabecera de la mesa de reuniones, túnicas y piel visible blancos de harina, cabello lleno de una masa cuyo origen ninguno de ellos logró identificar y bandejas enteras de galletas con chispas de chocolate que se extendían por toda la superficie de madera ante ellos. Y lo más impactante de todo era que el Señor Oscuro casi parecía orgulloso mientras contemplaba las galletas.

Todos los mortifagos se abstuvieron de comentar. Con un entusiasmo impresionante Bellatrix Lestrange se lanzó sobre la mesa y se llevó uno de los aperitivos a la boca, comenzando a masticar con entusiasmo. Todos los demás presentes lo tomaron como una invitación para comer también.

-Entonces ¿Qué tal están? -Preguntó finalmente Tom, después de unos minutos de silencio.

Los mortifagos que estaban comiendo se atragantaron con sus galletas, ninguno movió un músculo de la pura incredulidad por la pregunta del Señor Oscuro.

-Están muy buenas

Obviamente, Lestrange respondió sin la vacilación que indicaba algo de cordura, lo más impactante de todo fue que su Señor parecía absolutamente orgulloso por la respuesta.


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