━━ K a i

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« Buscaré por todo el universo, hasta encontrarte de nuevo. No voy a dejar ir ni siquiera los pequeños recuerdos »



—¡Hijo, ya está lista la comida!

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—¡Hijo, ya está lista la comida!

Escuchó a su mamá gritar y se apresuró en terminar de arreglar sus cosas para ir a clases. Se acercó hasta él espejo de cuerpo completo y se arregló lo mejor que pudo, para luego tomar su mochila y salir de su habitación.

Bajó las escaleras y se adentró hasta la cocina, en donde se encontraba su madre terminado de servir el desayuno y su padre sentado leyendo el periódico.

—Buenos días —saludó.

—Buenos días, ca- ¡Kim Jongin! ¡Tu camisa está arrugada! —regañó su mamá y puso sus manos en sus caderas—. ¿Qué pensará la gente cuando te vea? ¡No puedes andar por ahí vistiendo ropa con arrugas!

Frunció el ceño y miró su camisa. Él la veía muy lisa. Pasó sus manos por la prenda, en busca de estirarla, pero esto solo ocasionó que su madre se molestara aún más por su falta de interés en vestir "decentemente".

—¡Ahg! ¡Harás que me salgan canas verdes, niño!

—Ya, mujer. Su camisa está bien, deja el escándalo —intervino su padre y señaló una silla—. Jongin, siéntate a comer.

Hizo caso a su padre y se sentó a desayunar, o al menos intentarlo, ya que su madre seguía peleando por las arrugas de su camisa y su padre solo la ignoraba, haciéndola molestar aún más.

La vida de Kai no era color de rosas. Provenía de una familia adinerada, así que vivía de las apariencias y el qué dirán de las personas. También le exigían muchas cosas; calificaciones perfectas por parte de su padre y pertenecer al menos en tres clubes del colegio por parte de su madre. 

No se le era permitido salir en días de semanas y sus amistades consistían en los hijos de los socios de sus padres; otros niños mimados más. No sabía de pijamadas con amigos, ni desveladas en algún karaoke de la ciudad. Solo sabía de cenas elegantes y reuniones en donde se hablaban de negocios.

Kai no se sentía cómodo en ese ambiente. Sí, era genial tener dinero y no tener que pensarlo mucho cuando quería comprar algo, pero todo esos lujos costaban su libertad.

Solo había algo con lo cual se sentía satisfecho, y no era precisamente un "algo".

Terminó de comer y se levantó con rapidez de la silla, se despidió de ambos padres y salió de la casa. Caminó hasta su auto y emprendió rumbo a la modesta casa de un solo piso. El cambio entre donde vivía a esta pequeña urbanización era abismal, pero a él le gustaba la sensación hogareña que transmitían esas pequeñas casas.

𝗙𝗨𝗖𝗞𝗜𝗡𝗚 MINT: El antes y el despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora