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La última clase había llegado a su fin, la última campana sonó, durante el resto del día, no pude evitar sentirme nerviosa y ansiosa, tenía una sensación extraña que recorría mi cuerpo entero causando escalofríos, sentía que fuera lo que me enseñará la chica gotica, cambiaría radicalmente mi vida, aunque no sabía si lo haría para bien o para mal, la gente suele decir que las cosas nuevas siempre son bien aceptadas y que traen fortuna como bienestar a tu morada, a mi forma de ver... no todo lo nuevo es bueno al menos a mi me ha traído desgracia.

Daeven por ejemplo, era alguien nuevo en mi vida, y desde que apareció me habían ocurrido cosas que ni siquiera sabía si tomarlas como un hecho real.

La multitud se junto en los pasillos haciendo que fuera un poco difícil caminar, tenía que esquivar a personas con proyectos voluminosos, jóvenes besándose en medio del pasillo, y un centenar de gente, la verdad esperaba que entre toda esa, no apareciera la gotica, daba miedo, y no era mi voluntad ir con ella estaba arrepintiendome de haberle contestado que si.

Pero como era de costumbre, la suerte no estaba de mi lado, cuando logre salir por la puerta principal, ella estaba ahí, esperándome exactamente igual a cuando salí del aula, llevaba un cigarrillo en mano, esperara que no me hubiera visto y sigilosamente intente escabullirme, de nuevo falle, ya que en mi huida su mano encontró mi brazo, sin decir nada, me jalo hasta el estacionamiento cerca de un auto negro un tanto viejo, tal vez de dos años atrás.

-Dijiste que vendrías conmigo - habló, su voz ya no sonaba amigable como la primera vez, sus ojos se veian mucho más rojos, me sorprendía como es que personas tenían la habilidad o el defecto de que sus ojos cambiaran de colores claros a oscuros y visebersa, me preguntaba si yo también podía.

-Si, pero olvide que tenía cosas que hacer en casa. - me excuse

-Seguro que sí, por eso no demorare los mucho, confía en mi porfavor ¿acaso nunca cumples lo que dices?

-Si lo hago - dije

-Bueno, ahí esta, andando, si te disgusta, nos iremos enseguida lo prometo, eres mi única amiga aquí. - vi sinceridad en sus ojos, yo no la consideraba mi amiga, ni siquiera me acordaba de su nombre, pero aquí estaba yo, a puntó de subirme al auto de una desconocida que me llevaría a un lugar también desconocido, suspiré una última vez y entre en el auto, abroche mi cinturón de seguridad y entrelace mis manos con nerviosismo, vi a la chica gotica saltar de emoción para entrar en el auto y ponerlo en marcha, al girar la llave, la radio se encendió de las bocinas salieron gritos y una música que a mi parecer era ruidosa, por inercia cubrí mis oídos.

-¡Bajale!

-Lo siento - rio, puso el auto en marcha, durante el camino mis nervios no disminuyeron pero si aumentaban a medida que nos acercabamos al limite de la ciudad, nunca dijo nada de salir de ella, creí que iríamos a algún bar de mala muerte o un lugar parecido, me estaba aterrando lo que me esperaba, quería bajarme para volver a mi casa y llorar por tomar una mala decisión.

-¿A donde me llevas? - la mire, el sol estaba ocultándose, la vista que la autopista ofrecía era espectacular, ya que no había edificios tan grandes.

-A un lugar - se limitó a decir, la sombra que cubría parte de su rostro la hacía ver como un espectro, sus ojos resaltaban en color carmesí.

-Ya lo dijiste, quiero saber a que lugar exacto me llevas. - hable con firmeza.

-¿No confías en mi? - hablo sin mirarme, como si la autopista vacía fuera más interesante que nuestra charla.

-De hecho no.

-Pero aquí estas, sentada en mi auto ¿no es cierto? - carajo.

-Ya no quiero ir.

-Ya es tarde, estamos por llegar.

Malédiction [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora