Invitación

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No cabe duda que cuando una persona ama a alguien se vuelve realmente estúpida, sin embargo… Sebastian Michaelis no es una persona. Karin Phantomhive es realmente fría, así que omitámosla.

Esa excepción es la ideal para esta historia, y no se vale decir que no.

La mañana había comenzado perfecta, la tarde no debía de serlo.

Ya era medio día, y su mayordomo había preferido que caminaran a la ciudad, sin embargo, el ambiente era frío. No le importaba, no quería que se arruinara ese día que había estado planificando,.. Y mientras los demás se encargaban de organizar todo en la mansión, él disfrutaría el día junto su querida ama.

-¿Y bien?- Preguntó.

-Ya hemos llegado, joven ama. No se desespere por favor.- Le pidió.

Dejó el carruaje sin importar que alguien lo tomara.. Está bien, no le pertenecía a él, pero el “préstamo” había sido necesario por ese día.

Se bajó y abrió la puerta. Tomó la delicada mano de su ama permitiéndole salir. Ella portaba ropa realmente cómoda para disfrutar el día, sin embargo, Sebastian continuaba con su traje de mayordomo. Al salir de la carroza, lo miró. Éste se percató.

-¿Sucede algo?- Le preguntó curioso.

-No llevas ropa sencillamente normal.- Hizo el comentario sin importarle la opinión de éste.

-Debo cumplir con mis funciones de mayordomo.- Dijo, pero antes de terminar de realizar una reverencia correcta, Karin aún con la mirada baja, sonrió. Su mayordomo se sintió un poco sorprendido sin mostrarlo exteriormente.

-Me has invitado a salir… Eso no es lo que un mayordomo haría.- Le recordó.

-Es verdad…- Tomó su mano.- Entonces joven ama, ¿qué soy yo hoy?- Le preguntó.

La joven Phantomhive levantó su mirada y sus ojos se vieron reflejados en los de Sebastian.

-Eres lo que yo quiero que seas.

Sebastian sonrió.

-Yes, My Lady.

No cabía duda que sólo eso podría responderle.

Ama y mayordomo serían.

Se adelantaron a caminar por el centro de Londres mirando algunos puestos que vendía desde comida hasta esculturas impresionantes. Todo parecía ser perfecto, aunque claro, no podía faltar lo que hacía que Londres caía bajo.

Tomados de la mano, Sebastian guiaba a su ama para no perderla entre la multitud. Karin era paciente debido a tener a su amado mayordomo a su lado, mas no se sentía cómoda con toda esa gente con ella haciéndola a un lado sólo por el simple hecho de ser una niña.

La estrella del pino - OVA 1era temporada (Tan sólo soy... Yo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora