Encendió la luz de la vela que se había recién apagado. Los guantes se encontraban más blancos que nunca. Había en el ambiente un cálido calor que acogía a todos aquellos que entraban a la mansión.. Hace mucho que algo así no se sentía por todo el lugar. Desde la puerta de entrada, a los balcones, la habitación de la joven ama y el pasillo donde había sido el asesinato. Se había adornado el gran comedor con guirnaldas frescas y naturales muy bellas; la iluminación era perfecta para la noche que se aproximaba, ya hacían falta sólo 3 días más para que Nochebuena llegara a sus puertas; se había decorado con cintas rojas y blancas, así como verdes, doradas y plateadas. Era increíble y muy acogedor; además, el gran árbol, que se encontraba en un lugar muy especial en el gran salón principal (apenas entrando a la mansión por la puerta principal), ya bien adornado con velas, campañas, cintas doradas, brillo, muchos adornos navideños y hasta la copa una estrella dorada muy brillosa que resaltaba todo el árbol navideño. Sin duda, todas esas decoraciones eran muy Phantomhive.
Los ojos que esa chica estaban semi abiertos apreciando una pequeña cajita musical que había pertenecido a su madre. Ese recuerdo jamás lo iba a olvidar "ese día de diciembre su tutora le había obsequiado una encantadora cajita musical que había pertenecido a su familia por generaciones.. Ahora ella ya bien sabía que eso implicaba cuidarla y protegerla muchísimo.
-Es para ti.- Le dijo cálidamente entregándole en sus pequeñas manitas esa cajita. La pequeña de apenas 4 años miraba el objeto con mucho cariño y aprecio. Miró a su mamá sonriendo tiernamente.
-Lo cuidaré. Te lo prometo.- Le dijo."
Abrió sus ojos de golpe al escuchar la canción soñar de repente. Una sonata tan suave y delicada que provenía de ahí. Cerró la caja con fuerza y rápido. Lo miró.
-¿Joven ama?- Le preguntó entrañado.
-¡No la vuelvas a abrir! Esto no es tuyo. No es como mis demás cosas.- Espetó.
Sebastian Michaelis observó y analizó el comportamiento de aquella chica. Su ama estaba algo sensible esa temporada en especial.
Sonrió.
-Disculpe.. Prometo no volver a hacerlo.- Se disculpó.
Karin sabía que era importante, más no fue su total intención gritarle a Sebastian. Suspiró y dejó la cajita en una repisa.
Se giró caminando directamente hacia la puerta. Un ruido distrajo su atención. Salió a ver rápidamente.
Encontró a ese conde en el suelo mirándola inocentemente; una sonrisa cordial se acomodó en su rostro y sus ojos bien fijados en los de ella.
-Stefab...- Suspiró- ¿Por qué? ¿No puedes estar quieto tan sólo un momento?- Preguntó.
Éste rió tímidamente.
-Disculpa, al parecer el conde Johnson no conoce las reglas de "las escaleras no valen".
Al dirigir su mirada hacia arriba, vio al conde Matheus Johnson observándolos en alto. Aplaudió.
-Creo que he vencido. Jajaja, al parecer el joven conde Stefan no sabe terminar bien un juego.- Se burló. Stefan se decayó un poco.
Karin sonrió. Se dirigió hacia la escalera, las subió y se acercó al conde.
-Entonces el ganador...- Se acercó hasta quedar pegada junto a él. Lo tomó del traje y lo atraía cada vez más hacia ella. El conde se agachaba y cerró sus ojos esperando el ansiado beso......... Beso que nunca llegó. Entonces lo tomó con fuerza y pateándolo en su entre pierna lo lanzó por la escalera, rodando hasta llegar al inicio. Soltó un leve, pequeño y ligero gimo de dolor en la costilla derecha.-.... Lo consiguió de dos maneras: trampas, o inteligencia sobrenatural.
Y volvió a subir.
Por el pasillo, la esperaba su mayordomo sosteniendo una bandeja llena de malvaviscos, chocolate y té caliente.
-Le he traído un tempié, joven ama.. ¿Desea?- Preguntó.
Ésta llegó a su oficina y abrió la puerta para inmediatamente pasar.
-Tráelo.- Ordenó; Sebastian pasó cerrando la puerta por detrás.
Karin se sentó en su sillón azul enorme y se recostó en su escritorio de madera fina. Suspiró algo agotada por las noches anteriores; últimamente habían robos y secuestros en Londres, así que la reina se lo había todo a ella. Su mayordomo le sirvió el té en la taza de porcelana avellana, y a un costado el plato del mismo material con los pequeños aperitivos.
-Muy pronto será Navidad, joven ama.. ¿Qué es lo que desea para la cena de esa noche?- Le preguntó.
Karin no estaba interesada en Navidad; hace mucho tiempo que tuvo la mejor Navidad se su vida.. Pero después del incidente no había podido volver a sonreír. Para ella ya no había esa época sonriente donde todos se amaban unos a otros dejando la envidia, codicia y egoísmo a un lado. Miró al frente aún recostada sobre la mesa.
-Decide tú; no me interesa- Le respondió.
Sebastian conocía muy bien el aspecto de su joven ama, y nunca le negaba nada, más éste los últimos meses había debito algo muy especial por su ama, y un sentimiento nuevo inexplicable para él. Debía de hacer algo para que su ama se sintiera tan sólo un poco de buen humor.
-Como usted desee.- Hizo una reverencia y se retiró.
Karin se quedó sola; como ya estaba acostumbrada a estar... Había llorado en repentinas ocasiones, más nunca como cuando su madre le había obsequiado un hermoso regalo; eso había un suceso muy importante marcado en su vida, en el cual nunca dejó ese regalo, hasta que volvió a la mansión después del crimen cometido por esos malditos criminales. Sabía que la Navidad antes la celebraba con tanto júbilo y mucho amor, siempre estaba preparada para dar y recibir.
Sin embargo, como todo, los tiempos cambian... Y las personas también.
Levantó la mirada hacia el techo, donde un candelabro de ángeles se posaba ahí. Toda esa inocencia y hermoso amor estaba a un paso de perderse por completo; su ternura continuaría, sólo con un rango más bajo. Su agresividad, su frialdad, su distancia, su sed de venganza... Todo ello estaba entremezclado.
Su puerta.. La tocaron.
-Pasa.- Dijo aún con sueño.
Su mayordomo se aproximó.
-Joven ama.... Como es costumbre de los Phantomhive, un vals es la costumbre más apegada; si no, una cena que llene todas las sillas de la mesa sería recomendable.
Karin suspiró nuevamente; esas tradiciones las sentía a lo contrario de hace 2 años.
-No creo que pueda preocuparme por eso.. Haz lo que debería de hacer un Phantomhive, ahora retírate y cierra la puerta.
Sebastian sonrió; amaba cuando su joven ama actuaba así.. Distante, cortante, pero bastante tierna.
Sabía que si se atrevía a hacer una de esas tradiciones, no podría organizarlo todo él solo. Mmmm, era algo complicado. Trataría de hacerlo lo mejor que pudiese, aunque...
-¿Qué vas a hacer,Sebastian?-Ciel sospechó.
Su mayordomo se dio la vuelta y lo miró.
-Algo que... Creo que DEBO de hacer.- Contestó.
Jaló el cuello de su camisa y lo atrajo hacia él.
-Sabes que no podrás hacerlo solo.. ¿Verdad?...
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La estrella del pino - OVA 1era temporada (Tan sólo soy... Yo)
RomansaOVA de "Tan sólo soy... Yo" Karin Phantomhive tiene que seguur las tradiciones de su familia. La Navidad se aproximaba, y todo queda a manos de nada menos que de su sensual y talentoso mayordomo Sebastian Michaelis. Junto con Grell Sutcliff, William...