No mires el pasado.

Capítulo 8.

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De pronto, se dejaron de escuchar golpes. Pasó un momento de silencio combinado de respiraciones agitadas para que Maho pudiera pararse e intentar prender la luz, y se prendió, era sorpresivo eso, ya que creímos que no habría luz.

Ximena estaba abajo de la mesa, junto con Nash.

Por lo que vi a simple vista, los tres antes nombrados tres tenían nada más unos rasguños, que parecían rasguños de pelea, pero no era nada comparado con los demás.

Taylor estaba ayudando a pararse a Cameron, ambos estaban golpeados, pero no era nada grave... Gilinsky estaba con Johnson. Gilinsky tenía el labio roto, era el único de los Jacks que habían golpeado. Pero, faltaban 3 personas, Carter, Matt y Aaron.

—¿Están bien? Oh, por dios, ¡Andrea!— después de haber dicho eso Taylor mientras se acercaba a ayudarme todos me voltearon a ver.

—Pues, no tan mal como Andrea— dijo Johnson con tranquilidad. No se si estaba loco por reaccionar tan tranquilo o era porque estaba todavía en shock, así que decidí ignorarlo e intentar concentrarme en ya respirar.

Debido a que me habían pateado repetidamente en el estómago, me habían sacado el aire. Estaba todavía en el piso tratando de recuperarme, pero no podía.

Cameron me vio y corrió hacia mi. Todos veían lo que hacía Cameron, y lo veían cuidadosamente. 

Él había ido a unas cuantas clases de primeros auxilios, así que rápido supo cómo reaccionar. 

Habían pasado apenas unos 10 minutos, y estábamos en la sala repasando lo que había pasado.

—¿Pero que te hicieron?— habló Taylor.

—Pues, no tengo ni  idea, de estar contigo sentí que alguien te jaló, y me aventaste, cuando caí alguien me pateó, y fueron varias veces— le respondí intentando recordar cualquier detalle.

—Chicos, no sólo a Andrea la golpearon, al parecer a Cameron no le deja de sangrar la mano— dijo johnson tranquilamente mientras sostenía la mano de Cam con la suya.

—Oh, no se preocupen, parará—  habló Cam.

—Deberíamos ir al hospital por puntadas, digo, a Nash y a mi nos sigue sangrando el labio— dijo Gilinsky.

—Si, sería mejor puntadas en vez de hielo y toallas— sonrió Nash quitándose la toalla ensangrentada de la herida.

Y eso hicimos. Fuimos al hospital a que nos hicieran unas cuantas puntadas.

De camino para allá marcamos a los celulares de los desaparecidos y ninguno contestaba. Lo raro era que el celular de Carter marcaba que estaba fuera del área.