• Capítulo 3.

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          Cash.

    Caminé al auto y abrí la puerta del conductor haciendo que todos los que estaban alrededor de él se apartaran, excepto Rhys quién estaba detrás de mí con unas cajas de cigarro en las manos.

–Llévale esto a Colton.– dijo entregándome las cajas.– Quizás no lo veamos en los próximos días y no quiero estar debiéndole nada.

Lo miré molesto de estar haciendo el papel de mensajero, y mucho más sabiendo que era porque debía una apuesta.

Me subí al auto.

–Ya te dije que no estés apostando, y mucho menos con ese tipo.

–Esta fue la última vez, lo prometo, amorcito.– dijo claramente bromeando haciendo que lo viera con cara de pocos amigos, las punzadas en mi cabeza no me ayudaban con el mal humor.

–Lo digo en serio, Rhys. No quiero estar luego ocultando a los que dicen que les debes para que tu padre no se entere.– mascullé cerrando la puerta y encendiendo el auto.

–Ya te lo dije, esta fue la última.

Rhys era mi primo de crianza y mejor amigo desde que tenía memoria. No recordaba una etapa de mi vida en la que él no estuviera apoyándome aunque desde lejos en mis peores situaciones, por lo que aunque no quisiera me preocupaba la obsesión que tenía por las apuestas desde hacía un tiempo para acá. Sabía que no lo hacía para ganar dinero ya que no le hacía falta y porque casi nunca ganaba, por lo que simplemente lo hacía por diversión, así que iba a ser difícil que las dejara.

Lo miré a los ojos y le lancé una mirada de advertencia para luego fijar los ojos en Kalvin, quién estaba a unos metros de nosotros con su grupo de imbéciles.

–Encárgate de que Kalvin no haga otro escándalo. No quiero que la policía llegue otra vez a la casa.

Él volteó y lo miró para luego verme a mí exhalando fastidiado.

–No soy su niñera. Haga lo que haga hoy asumirá las consecuencias mañana. No me haré cargo de nuevo, ya me cansé de eso.– masculló, y le di la razón. Ya nuestro primo estaba bien grande como para estar cuidándolo, pero era eso o tener que pagar otra multa por los pleitos que provocaba Kalvin.– Además, quiero buscar a Sienna, debe estar furiosa. No sé qué mierda te pasó, pero cómo trataste a Kalvin después no ayudó en nada para calmar a su prima.

Suspiré viendo hacia al frente aferrándome con fuerza al volante.

Había sido un completo imbécil, mierda. Esa chica debía estar odiándome, pero estaba muy molesto y borracho en esos momentos cuando la vi. Las palabras de Kalvin temprano no habían ayudado en nada a mi cerebro tampoco.

–La chica de los rizos.– murmuré fastidiado. No me la podía sacar de la mente luego de las veces que la había visto. Era hermosa, y al ver cómo se había defendido de Kalvin esa mañana me dejó claro que no era la clase de chicas que se quedaba callada, y me lo había recalcado una vez más por cómo me había hablado después. Eso me daba una señal de que lo que me había dicho Kalvin tenía algo de verdad; esa chica no se dejaba de nadie.

Rhys asintió.

–Sí, Brear.

Apreté la mandíbula.

–Kalvin es un poco hombre, pero yo no me le quedo muy atrás.

Exhaló negando.

–Fuiste un idiota.

–Lo sé.

Subí la ventanilla dando la conversación por terminada para luego disponerme a manejar luego de colocar las cajas de cigarro en el asiento del copiloto para luego retroceder y salir del escondite al que siempre íbamos para que nadie estuviera hablando de lo que hacíamos o no, ya que en este pueblo todo se sabía y no queríamos que estuvieran involucrando nuestro apellido con lo que mis primos y yo hacíamos o no para desestresarnos.

Pecado Adictivo. / #TyrAwards2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora