• Capítulo 5.

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       Brear.

    Ya llevaba una semana en ese pueblo y me estaba volviendo loca. Desde que había llegado no había podido hablar con mi padre ya que la señal era pésima y no había querido ir de nuevo al bosque aventurando sola por lo de la última vez. No sabía qué hacer. Ya había montado, había comido todo tipo de fruta que entre las chicas y yo bajábamos de los árboles e iba al río con Sienna cuando Naomy se iba a trabajar. Lo estaba pasando bien, sí, pero la preocupación constante de no haber hablado con mi padre y poder preguntarle sobre mi madre no me dejaba relajar del todo. A la única persona que mi madre tenía era a mí, y saber que seguramente me estaría extrañando hacía que quisiera irme cuanto antes de ahí, aparte de que mi padre seguramente también lo estaría pasando mal al no saber nada de mí. Pasaba la mayor parte del día caminando de allá para acá tratando de agarrar señal en el teléfono. Ya hasta había intentado con los de Sienna, Naomy, Zac y hasta con el de Chari, pero tal parecía que no tenía suerte, y ni loca le pediría prestado a mi abuela el de la casa.

En esos momentos estaba conduciendo en mi Jeep con Zac al lado y Sienna atrás hacia el pueblo. Los chicos iban a comprar unas cosas y a buscar a Naomy al trabajo, así que decidí ir con ellos a ver si corría con suerte de encontrar señal. Sienna iba en el asiento trasero con nuestros teléfonos a ver si por el camino había, ya que ella también estaba preocupada porque tampoco se había comunicado con su madre en días.

Llegamos al pueblo directo al salón de fiestas en donde trabajaba Naomy, ella formaba parte del grupo de empleadas de una pareja de esposas que organizaban las fiestas turísticas en el pueblo, y ya que en unos días se festejarían los fangos habían estado muy ocupados organizando todo.

Al ver el auto ella se acercó y se subió quitándose al instante el carnet con su nombre colgando en su cuello que debía llevar para poder entrar al salón como una empleada. No esperé que Zac me indicara a donde ir ya que sabía lo que debíamos comprar, por lo que me dirigí al centro del pueblo y estacioné frente a una verdurería.

Zac se bajó tomando la tarjeta que le tendió Naomy.

–¿Sólo verduras?.– preguntó mirándola, a lo que ella asintió, y antes de que se fuera le tendí la mía.

–Mejor paga de aquí.

–Brear..

–Hazlo, es de crédito ilimitado. Además, no creo que unas verduras salgan tan caras. Nosotras te esperamos en la dulcería de leche.– le dije, y antes de que pudiera protestar salí del estacionamiento y me dirigí cuesta arriba hacia la dulcería.

Al llegar nos dimos el gusto de comprar lo que quisiéramos y nos quedamos afuera del auto sentadas en el capó tras estacionar frente a una pequeña plaza solitaria, cada una con sus celulares tratando de encontrar señal. Pasaron lo minutos, y mis primas pudieron hablar con su madre mientras que el teléfono de mi padre aparecía fuera de servicio, por lo que me resigné y me dejé caer en el capó mirando hacia una especie de escuela con estructura antigua y deteriorada que se veía a lo lejos. Parecía abandonada, y me lo hubiese creído si no hubiera sido por el niño que apareció de repente por entre las rejas mientras jugaba al avioncito.

Fruncí el ceño.

–¿Qué es ese lugar?.– les pregunté a las chicas sin apartar los ojos del niño, del cuál a lo lejos pude contemplar su cabello rapado y su ropa casi rota.

Las chicas miraron hacia donde yo lo hacía.

–Ah, ese es el orfanato.– respondió Sienna comiendo de sus dulces, y las miré sorprendidas.

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⏰ Última actualización: Jul 03, 2020 ⏰

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Pecado Adictivo. / #TyrAwards2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora