11- La base

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13 de octubre del 2012, Taitiii, República de Saja-Yakutia, Rusia 1:09 PM.

El interior de la base tenía paredes metálicas con unos pilares metálicos de color rojizos y unas líneas que intercalaban los colores amarillo y negro, como si indicaran precaución. Las paredes eran cóncavas, dando una gran altura para arriba. En el techo unos focos colgantes iluminaban el lugar, aunque dejaban unas zonas mal iluminadas. Estábamos sobre unas escaleras que daban hacia abajo, en donde habían varios zombis. Estos zombis no estaban vestidos ni de militares ni con la ropa naranja, sino que vestían unos pantalones negros con camisa de botones de manga larga y un chaleco blindado.

Uno de estos zombis vino caminando hacia nosotras. Yo le clavé la katana en llamas en el estómago y de una patada lo lancé por las escaleras, haciendo que se rompiera en uno de los escalones, cayendo al suelo sin vida. Los otros zombis al oír esto empezaron a moverse y a aullar, como si nos estuvieran dando la bienvenida.

Bajamos las escaleras. Fueron como unos 30 escalones. Al bajar vi a otros 2 zombis, masculinos, que estaban por ponerse de pie, pero yo le di un fuerte golpe a la cabeza a uno y otro un fuerte pisotón. Entonces vi como a nuestra derecha, de un barrera de sacos de arena, un zombi comenzó a arrastrarse.

Le apunté con mi ametralladora pero escuché súbitamente el sonido de unas garras chocando con el piso.

-Lamedores- dije.

Y efectivamente, unos 3 Lamedores vinieron hacia nosotras.

-¡Atrás Nadya!- le dije a Nadya.

Nadya se puso detrás de mí y yo comencé a dispararles a los Lamedores. Le di a uno y luego me enfoqué a otro. Le logré rebanar el cerebro a ese otra Lamedor. Entonces el Lamedor restante dio un gran salto hacia nosotras, sacando su lengua que babeante. Yo preparé mi katana y la blandí cuando el Lamedor estaba cerca, cortándolo a la mitad, cayendo sus mitades a unos lados de nosotras. Como el fuego rostizó al instante su cuerpo, sus restos no nos salpicaron de sangre.

-¿Estas bien Nadya?- le pregunté.

-Sí, pero ese zombi está muy cerca de nosotras- dijo Nadya señalando al zombi que se estaba arrastrando hacia nosotras.

-Muy bien- le dije mientras le clavaba al zombi mi katana en la cabeza, matándolo.

Ya más calmada, me dispuse a analizar el lugar. Enfrente nuestro había un gran pasillo que daba a una puerta, al lado izquierdo una especie de pequeño cuarto, tal vez sea la caseta de vigilancia, ya que tenía ventanas que se veían rotas. A la derecha, justo al iniciar el pasillo otra puerta. Apagué mi fuego y fuimos primero al cuarto.

Batallamos un poco para entrar debido a que había un cuerpo tirado que nos estorbaba en la entrada. El cadáver había sido devorado hasta los huesos, por lo que sería imposible que se volviera a levantar. El interior del cuarto estaba lleno de manchas de sangre por doquier y con restos humanos. Parecía haber un equipo de cómputo, pero cuando intente encenderlo este no encendía.

Revisé los cables y encontré que estos estaban rotos. Vaya suerte la mía. Así, pues, me puse a buscar cualquier cosa que fuera útil. Las armas que encontré estaban todas sin balas y hasta algunas armas estaban destruidas. Sin embargo, encontré en el escritorio una nota escrita a mano. Por la caligrafía se notaba bastante que el sujeto que la escribió estaba apurado y asustado. La nota tenía algunas manchas de sangre.

¡POR DIOS! Ha ocurrido un terrible accidente. Los A.B.O. se han escapado de sus salas de confinamiento y nuestras tropas no pueden hacer nada. Ya notificamos al Kremlin y nos aseguraron que llegarían pronto. Nos pidieron que hiciéramos todo lo posible para detener a los A.B.O., ¿¡pero como se les ocurre pedirnos tal cosa!? Esas cosas están bien entrenadas, no hay manera de detenerlas. Varios grupos de Hunters y Lamedores han escapado y de seguro ya están en la superficie. Solo es cuestión de tiempo para que las demás criaturas salgas, aunque algunas no podrán sobrevivir al frío ruso, por lo que tal vez decidan quedarse aquí. Mientras, los que trabajamos aquí estamos condenados. Tanto aquí como afuera nos espera una muerte segura. Y si no nos matan los A.B.O. los zombis de las personas que se alimenten si lo harán. La única duda que queda será si mi última bala será para un monstruo o para mi cabeza. Me quedaré aquí hasta que los A.B.O. vengan por mí o si el equipo de rescate llega. Lo que sea primero.

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