Cap. 29

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Era de noche cuando desperté, miré el teléfono para saber la hora, casi medianoche, el estómago empezó a gruñirme, así que decidí buscar la cocina, que no tenía ni idea de donde estaba y ver si encontraba algo para picar, puesto que la hora de la cena había pasado hacía horas. Todavía iba vestida con aquel estúpido vestido que me había obligado Julian a ponerme a toda prisa, salí descalza de la habitación para no hacer ruido en el suelo marmolado y baje al piso de abajo. La puerta del despacho de Julian estaba entreabierta y salía luz de adentro, seguramente se había quedado trabajando hasta tarde. Intenté pasar por delante sin hacer ruido y sin ser vista cuando unos jadeos me pararon en seco, apreté los puños, reconocería ese tipo de jadeos en cualquier lugar. Eso sí que no, si yo tenía que quedarme sin Shaka ese tipo se iba a quedar sin amantes como que me llamaba Asherat. Así que empujé la puerta con todas mis fuerzas, la cual rebotó contra la pared. Thetis se encontraba semidesnuda encima del escritorio de Julian mientras él con la camisa desabrochada y los pantalones bajados la poseía. Julian se giró furioso para ver quién se había atrevido a interrumpirle cuando se encontró con mi mirada asesina. La muy zorra sonrió con malicia cuando me vio parada en el marco de la puerta, pero ella no sabía con quien se las iba a ver, así que en dos segundos la tenía agarrada del cuello y la lancé contra la ventana, la cual se hizo añicos dejándole numerosos cortes en su lechosa piel. Thetis empezó a elevar su cosmo con un aura rosada y convocó a su armadura. No esperé a que la vistiese por entero y le lancé las series de puñetazos y patadas que me había enseñado Milo, me maravilló descubrir que no había perdido la velocidad que me caracterizaba como Santo de Plata y no paré de golpearla hasta que sangró por la nariz y la boca. Me disponía a atacarla con todo mi cosmo cuando los brazos de Julian me agarraron por detrás para detenerme, pero lancé a Julian al otro lado de la habitación, su caída fue amortiguada por el cuerpo de Sorrento que apareció en ese momento. Volví a concentrar mi cosmo decidida a acabar con la Sirena cuando Sorrento me agarró y me sacó al exterior de la mansión, traté de zafarme de su agarre, pero era mucho más fuerte que yo. Sorrento me pidió que parase y me calmase, yo seguía forcejeando con él, pero él cada vez me apretaba más fuerte contra él hasta que dejé de golpearlo y tomé aire. -¡Suéltame! ¡No he acabado con esa zorra!- Sorrento me seguía abrazando aunque había aliviado la presión y ya no me cortaba la respiración. Miré hacia la ventana destrozada, Thetis se tocaba la nariz mientras ésta sangraba a chorro, Julian me miraba furioso detrás de ella. No me importaba, tarde o temprano le daría lo que se merecía a esa Sirena. Sorrento me escoltó hasta la habitación principal y yo me negué a entrar en esa habitación, el Marina suspiró y me empujó dentro sin miramientos. Me abalancé sobre la puerta para abrirla pero el picaporte no giraba, el muy idiota me había encerrado en la habitación.

Observé que tenía las manos llenas de sangre, mía y de la Sirena, le había golpeado tan fuerte que al no llevar el guantelete me había reventado los nudillos y estos sangraban profusamente. Eché de menos mi armadura, si la hubiera tenido hubiese petrificado a esa indeseable en un segundo para toda la eternidad. Fui al baño y me lavé las manos, mirando mi reflejo en el espejo vi que el vestido estaba lleno de salpicaduras de sangre, así que me lo quité y lo dejé tirado en el suelo. Entré en aquel vestidor e intenté buscar algo que fuese cómodo, mi maleta se encontraba bajo un estante, la abrí para asegurarme de que estaba todo ahí y la volví a cerrar, no quería que Julian enfadado como debía estar, se deshiciera de ella para castigarme. Rebusqué por los cajones hasta que vi un pijama corto azul de dos piezas de satén, al parecer la gente en esa casa le tenía alergia al algodón de toda la vida. Mi estómago volvió a gruñir, tenía hambre y mucha. Volví a probar suerte con la puerta, pero seguía cerrada, así que salí a la terraza y miré si había alguna forma de bajar, la altura no era mucha, pero no quería arriesgarme a caer mal, así que me colgué del saliente y me deslicé por la canaleta que bajaba hasta el suelo. Recé porque alguna de las puertas que daban acceso al interior estuvieran abiertas y con la suerte que yo tenía por supuesto que no había ninguna abierta, así que me dirigí a la ventana que un rato antes había roto. Los cristales seguían esparcidos por el suelo del despacho y maldije ir descalza, traté de no pisarlos, aunque noté un par de pinchazos pero no podía ver nada, la luz estaba apagada y no me arriesgué a encender las luces. No había ni una sola luz, así que me pregunté donde demonios estarían todos, atravesé el hall y el comedor, abrí una puerta que creía que podía dar a la cocina y en efecto ahí estaba la cocina, corrí al frigorífico de doble puerta y miré que había comestible, estaba lleno hasta arriba pero no iba a ponerme a cocinar así que cogí un par de manzanas y un brick de leche y me senté en la isla de la cocina.

Tesoro Del Cielo y 1/4 De infierno [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora