Cap. 42

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Bajé por las Casas sin tropezar con ningún santo hasta llegar a la Casa de Escorpio, cuando llegué reinaba el silencio, por unos instantes pensé que no había nadie. Me adentré mirando por las habitaciones hasta que encontré la del Santo. Milo y Nivi se encontraban dormidos en la cama, El Santo tenía a la niña entre sus brazos y ella achuchaba a su peluche favorito, el cangrejo que le había regalado Milo al día siguiente de llegar a Grecia. Decidí no despertarlos, bordeé la cama y les di un beso en la frente a cada uno y me fui a sentarme a los escalones de Escorpio. El sol ya casi se había ocultado en el horizonte y el Santuario iba quedando entre las sombras, miré hacia el cielo estrellado y me pregunté que es lo que dirían las estrellas sobre mí. El dolor en mi pecho no desaparecía pero por una vez no tenía ganas de llorar, estaba demasiado cansada para llorar, sólo quería acabar con todo aquello de una vez y preguntarme cómo era tener una vida normal. Con un suspiro me levanté, iba a ir al Archivo para ver si encontraba los apuntes de Kanon, esperaba que el Santo de Géminis ya no se encontrase ahí, al fin y al cabo era la hora de cenar y seguramente todo el mundo estaría cenando.

Regresé sobre mis pasos y llegué al Archivo, la puerta estaba cerrada así que puse la oreja para ver si escuchaba algo en su interior, pero no parecía haber nadie. Entré con cuidado mirando alrededor y efectivamente, la sala estaba vacía así que me senté frente al escritorio y me puse a revisar los cajones ya que en la mesa no había nada, Kanon lo había recogido todo. Tampoco encontré nada dentro de ellos, pero era algo con lo que ya contaba. Traté de hacer memoria sobre las secciones que solía consultar el Santo sobre el Oricalco cuando lo trajeron al Santuario después de la muerte de Saga y Camus. Dejé que mis dedos se deslizasen por los títulos de los tomos de las estanterías, concentré mi cosmo deseando encontrar aquel libro que me daría las respuestas hasta que paré ante uno que me llamó la atención. El libro era muy antiguo, sus tapas azules estaban descoloridas y desgasadas por el tiempo, lo tomé y me senté en el escritorio para echarle un vistazo. En un principio la lectura era bastante densa, hablaba sobre las características y poderes de los distintos dioses, pero luego fue pasando a ser más descriptivo, hablaba de las Kamui, las armaduras divinas de los dioses y de sus armas divinas. Entonces llegué al capítulo del Oricalco, empecé a leer lo que ya sabía del objeto, que había sido bañado con el poder divino de Poseidón y se encontraba retenido en una jaula de coral para impedir que su poder destruyese lo que lo rodeaba. Hablaba de que la persona que lo obtuviera si lo usaba sobre si misma adquiriría el poder del dios, pero si no poseía la inmortalidad, ese poder destruiría al huésped. Mis dedos repasaron aquellas líneas una y otra vez, sabía que eran importantes, siempre había sabido que el Oricalco jugaba un papel en aquella historia, me negaba a creer que las muertes de Saga y Camus habían sido en vano. Pero que quería decir aquello... Sabía que Mu había usado una mínima parte del Oricalco para dotar de poder al arca de oro y convertirla en sagrada capaz de contener el alma de un dios. Me quedé un buen rato pensando si aquello significaba algo. Estaba claro que tenía que averiguar como iba a sacar el alma para entender el papel del Oricalco en todo aquello. Me levanté y devolví el libro a su sitio y salí del Archivo cerrando la puerta con cuidado. Hasta mí llegaron unas voces procedentes del despacho del Patriarca, me acerqué con cuidado, la puerta estaba entornada, no la habían cerrado del todo así que se oía amortiguadas las voces del interior, reconocí las voces del Patriarca y de Shaka.

Acerqué el oído a la puerta, vigilando que nadie pasase en esos momentos por el pasillo y me descubrieran. El Patriarca estaba aconsejando al Santo que hablase conmigo y se disculpase por su comportamiento porque quizás fuese su última oportunidad de arreglar las cosas. Fruncí el ceño, "¿qué quería decir con su última oportunidad?". Shaka le contestó que mejor así, no iba a disculparse, sentía las palabras que me había dicho porque no eran ciertas, se había dejado llevar por la rabia del momento pero no iba a pedirme perdón, así si las cosas salían mal sería más fácil para mí pasar página creyendo que él me quería lejos de aquí. Estuve a punto de darme la vuelta e irme cuando escuché a Shion decirle a Shaka que se arrepentiría en la siguiente vida por no arreglar la cosas en ésta antes de usar el Oricalco. Ahí estaba de nuevo... el Oricalco, entonces recordé la línea que había repasado una y otra vez, si el huésped no poseía la inmortalidad, el poder del Oricalco lo consumiría hasta destruirlo. Mi mente empezó a trabajar a mil por hora hasta que unió los hilos, Shaka iba a usar el poder del Oricalco sobre sí mismo y el motivo me lo podía imaginar, para extraer el alma de Anfitrite de mi cuerpo, comprendía que aquello implicaba el uso de un inmenso poder pero había creído que sería la diosa Atenea la que extraería el alma de la Reina de los Mares. También entendí porque Shaka era el único capaz de poder usar ese poder, su conocimiento y control del cosmo era muy superior, bastante más superior al de resto de los Caballeros de Oro. Había dedicado toda su vida a alcanzar la Iluminación y había llegado a ver a Buda, el estado absoluto del equilibrio de la mente. Me apoyé en la pared para asimilar todo aquello, entonces, el Santo debía usar el Oricalco, extraer el alma, encerrarla en el arca y controlar el poder del Oricalco para devolverlo a su lugar antes de que lo consumiese, eso o adquirir la inmortalidad, algo que sería irónico ya que yo al perder el alma de Anfitrite perdería mi inmortalidad. Oí pasos acercarse a la puerta así que lo más silenciosa posible salí corriendo para que no me viesen. Mis latidos se habían acelerado con la adrenalina pero pude escuchar los pasos de las dos personas alejándose y el rumor de sus voces atenuándose con la distancia.

Tesoro Del Cielo y 1/4 De infierno [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora