Sexta parte.

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Sexta parte: Darkness.


Perrie

De repente, todo el aire que había tomado antes de entrar parecía insuficiente. Él había roto conmigo. En serio lo había hecho.

Estaba muda. Sentía que alguien había metido una piedra tres veces más grande que mi garganta dentro de ésta. Todo parecía irreal.

¡Por supuesto que esto pasaría! ¿Qué esperaba? ¿Que de la nada dejase de ser tan terco y me permitiera partir sin ninguna repercusión en nuestra relación? ¿Que toda esta semana quedara para siempre olvidada? 

No. No era eso. Esperaba una sola cosa: comprensión.

Sin duda él no se había detenido a pensar que, más allá de su egoísmo, podrían haber más razones detrás de todo este lío. 

Ya poco me importaba que él se hubiese ido a Liverpool sin tomarme en cuenta. Lo que me molestaba era que él parecía incapaz de ver lo mucho que me he reprimido: todas las lágrimas que he contenido, todas las veces que le he mentido para evitar que él sufra. Él... no tenía idea de nada.

Hacía mucho tiempo quería hacer esto. Estar sola. Reflexionar un poco sin la presión de los fans y las cámaras. Encontrar a la Perrie que sentía que estaba perdiendo poco a poco.

Volteé a verlo. Me miraba fijamente y en sus ojos brillaba la desesperación y el dolor. Pero otra cosa que no pude distinguir refulgía dentro de ellos, aunque débilmente.

Esto le estaba afectando tanto como a mí.

–¡Di algo! –gritó, al borde de las lágrimas– Estoy renunciando a ti...

Se arrodilló frente a mí y tomó mis manos. Las lágrimas ya se deslizaban libremente por mis mejillas y yo no tenía intención alguna de detenerlas.

Teniéndole tan cerca, no pude evitar encontrarme con su mirada. Era como una necesidad. Y entonces, en ese instante, pude distinguir la diminuta llama brillante que pocos segundos antes no logré reconocer.

Esperanza.

Y me sentí el peor ser humano en la Tierra al saber que mis siguientes palabras extinguirían esa luz por completo.

–Bien –mascullé, en voz baja–. Vete.

Aquel momento parecía casi imaginado. Era inverosímil.  Lo recordaba en cámara lenta y como si la Perrie que estuvo allí, no fuese la que está hora en su cama, recordando la dolorosa escena y reviviéndola tantas veces que ya parece haber perdido toda noción de lo que es sano para ella.

Zayn no se había ido, no tomándose mis palabras literalmente. Está en el primer piso. Dijo que dormiría en el sofá. A juzgar por el débil murmullo de la televisión, sé que aún no se debe haber dormido. 

No entiendo nada, en realidad. No comprendo porqué no siento el sosiego que debería sentir al haberle dado un fin a esta historia. Claro, de cualquier forma, esto me dolería, pero debería estar tranquila. Debería estar en paz. Entonces ¿por qué tengo ese horrible peso en el pecho cada vez que tomo aire? 

Tal vez esto no era lo que quería. Tal vez este no era el final adecuado para mi historia con Zayn. Tal vez no debí haber roto con él. 

No lo sé.

En este momento, ya no estoy segura de nada.


Tres días después 

Say Something {Zerrie}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora