Mis frías manos ocupan mucha fuerza para narrar lo que sucedió en aquella ocasión, los gritos de almas en pena en este enorme lugar no me dejaban dormir en las noches ni mucho menos cerrar los ojos por más de un par de minutos; tal vez contar lo que me llevó a ser encerrado aquí me haga conciliar el sueño al final de todo.
La señal de que todo esto fue cierto es la enorme cicatriz que recorre mi estomago, eso no fue hecho por algún animal o por un asesino, algo más se ocultaba en aquel bosque, pero no me adelantaré a los hechos, primero comenzaré contando lo que sucedió hace 9 meses en esa ciudad, aquella región donde la gente moría y vivía sin haber logrado nada en toda su existencia, donde nunca hubo esperanza en sus corazones ni mucho menos progreso desde que la exportadora de madera cerró por razones desconocidas.
. . .
Aquella noche de invierno, cuando ningún alma transitaba las calles y el viento parecía hablarte al oído lenguas muertas, yo caminaba entre aquel vendaval, el frío hacía que las losetas de piedra del suelo se volviesen placas de hielo, dificultando mi andar, llegando a una enorme taberna me dispuse a quitar el gran abrigo que cargaban mis hombros.
El ambiente pintoresco contrastaba aquel gélido paraje, siempre o por mucho tiempo fui un hombre sencillo, sin preocuparme por otras cosas, tenía un trabajo decente en un grupo con el cual confiaba en lo absoluto, me encargaba en el rescate y protección de personas.
Siempre tuve tiempo para cumplir las misiones de rescate, yo y mi equipo preparados para todo tipo de situaciones, desde avalanchas hasta desaparecidos en la nieve. Sentado a lado mío un joven de ropa elegante y mirada tenue solicitó un trago al cantinero mientras dirigía la mirada hacia mí, parecía conocerme porque no perdió el tiempo en decirme:
— Buenas noche, señor Wormwood, es un placer, mi nombre es Matías Zalazar — extendiendo su mano me ofreció un trago de aguardiente mientras él simplemente esperaba que yo conteste:
— Un placer, no estamos de servicio por la tormenta, si quieres un encargo será hasta después de 3 días, deja tu solicitud en mi oficina la puedes encontrar entre la calle 27 y 29 — respondí con cierto fastidio, solo quería beber hasta quedar influenciado por el alcohol.
— Por favor, le pagaré el triple de la tarifa, tendrá para comprar todo lo que quiera, el objetivo está pasando las montañas, al norte, por favor, se que su equipo está preparado, tengo algo en esas instalaciones que debo extraer con urgencia — el joven en verdad era persistente, puesto que extendió una faja de dinero en la mesa guiñando con un ojo — Será algo sencillo para un hombre como usted.
Mirando con incredulidad contuve mi mano pensando por unos instantes, mi labor salvaguardar la integridad de civiles en situaciones de riesgo; nuestra paga era muy baja y los instrumentos se encontraban en un alto precio.
Si aceptaba tal trabajo colocaría a mi gente en una situación desfavorable pero como un rey invadido por la desesperación de mayor riqueza tomé la faja de billetes exclamando:
— Detalles y ubicación exacta — tomando otro trago a mi bebida volteé mi mirada al joven estrechando la mano como aceptación al trato, pensé que sería otro trabajo bajo la tormenta algo que no realizábamos con continuidad pero valía la pena, aquella noche sellé mi destino con el mismo diablo.
Había olvidado la cantidad de dinero que despilfarré en esa noche tanto que solo abrí los ojos en una de las mesas del bar con una chica durmiendo en mi hombro. Tomando mis pertenecías observé al cantinero quien mostraba una mirada de suma decepción.
— Tuviste suerte que la tormenta me mantuvo aquí o te hubiera sacado apenas tuviera tiempo, fuera de mi taberna — exclamó este ultimo señalando varias sillas rotas y un par de hombres durmiendo en el suelo.
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Voces en el bosque
غموض / إثارةAdentrándose en las memorias de un paciente de un psiquiátrico, narrando los miedos y horrores que sufrió en la última misión de su vida, su equipo es envuelto en uno de los peores martirios en una tormenta invernal, en los gélidos parajes al norte...