Capítulo 1.- Camino al averno de hielo.

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Aunque el viento de la ventana sopla con fuerza en mis dedos desnudos, yo aún me encuentro escribiendo bajo el débil claro de luna y la luz de noche que me acompaña; las voces se calmaron por ahora pero escucho el pesado andar de los hombres de blanco, esperando el más mínimo ruido para entrar a mi habitación: 

El paso era tardío y pausado en el helado paraje que transitaba mi grupo, Umi iba a la cabeza verificando que no perdiéramos el sendero, puesto que la nieve que precipitaba a nuestro alrededor impedía distinguir las losetas de piedra de las raíces expuestas de los compuesto de la arboleda, la tarde pasaba por nuestros ojos antes de llegar a nuestro primer punto de encuentro.

— Caballeros, la cabaña de la familia Myers, aquí pasaremos la noche — exclamé al grupo que se mostraban exhaustos por la excursión, la familia dentro en la morada era amable pero algo que los caracterizaba era siempre recibir a los transeúntes con comida o algo de ayuda.

 Una pequeña infante se acercó a nosotros con una inocencia que calidecía nuestros corazones, ella era de cabellera oscura y larga con pecas en las mejillas; acostumbraba hablar con cualquier explorador que transita por su hogar dando señales de como andar por el bosque. 

— Señor, ¿qué buscan aquí? — la pequeña se propuso en cuestionar al doctor puesto que dentro del grupo parecía tener la pinta de un hombre amable, aunque él si resultaba un hombre agradable no solía entablar conversación con gente desconocida, viendo la persistencia de la pequeña exclamó con su grave habla: 

— Mira pequeña, somos aventureros en busca de gente por rescatar y necesitábamos quedarnos en tu casa un par de días — 

— Ohhhh como todos los que entraron al bosque sin volver en estos últimos meses — un silencio cortó las palabras del doctor antes que la madre de la pequeña gritara a esta: 

— ¡Melanie!, te dije que no debes mencionar esto, los caballeros aquí deben volver a sus hogares — el aire con cierto olor a incertidumbre fuera apaciguado con una sutil risa por parte del doctor quien suspiró para acariciar a la pequeña en la cabeza frente de nosotros.

La pequeña nos ofreció una tazón de chocolate, puesto que el frío traía a todos muertos de hambre, junto a un trozo de pan, así conseguimos asilo en el lugar por un precio razonable que estuve dispuesto a pagar por el bien de mis hombres.

— No sabías que podría ser tan dulce, Doc   — bromeó Umi riéndose de este, quien bufó antes de volver a tomar el libro entre sus manos. 

El lugar era suficientemente amplio para que mi gente durmiera en la sala de estar, yo me dispuse a tomar una habitación debido a mis malestares de espalda, pero algo me perturbaba, no pude cerrar los ojos esa noche, el insomnio era evidente pero se trataba de algo fuera de la ventana. 

 Escondido entre el fuerte viento y la oscuridad de la caótica tormenta, se encontraba un par de pálidos y vacíos ojos de hielo de apuñalando mi calma con una detenida mirada, un miedo recorrió mi alma y paralizó el resto de mi cuerpo. 

Cualquier persona deducirá que me encontraba ante algún oso o animal del bosque, pero no, no solo estaban observando, vigilaban el lugar, como un gato jugando con su pequeño e indefenso ratón, esperando a que nos fuéramos del lugar para empezar el juego.

— Tranquilo inútil, es solo otra alucinación  — murmuré para mi mismo acercándose a ver a la irreconocible figura, se podía apreciar un par de cuernos largos semejantes al de renos o alces — Solo necesito mi medicamento.

La criatura lentamente estiraba su esquelética extremidad a la ventana como si intentara abrirla con lentitud y silencio; desesperado tome el rifle a mi lado bajando por un instante la cabeza para ahora encontrarme nuevamente con aquel desierto nevado y de árboles deshojados.

Voces en el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora