Epílogo

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Hubo un atentado y una balacera en el departamento de policía, muchos oficiales y civiles perdieron la vida ese día. Las cámaras grabaron a los sospechosos, están tratando de hallarlos, empiezan a cuestionar la capacidad de nuestra ley. Así eran las noticias todos los días desde ese día, repitiendo el mismo suceso una y otra, y otra vez, apagó el televisor.

Se recostó en la mesa jugando con una bala entre sus dedos. El día estaba nublado,  estaba lloviendo, volviendo el día más deprimente de lo que era. Coloco la bala en el tambor del arma de su padre, solo estaba aquella bala solitaria, le dio un jiro y quito el seguro. Llevo el cañón a su cabeza cerrando los ojos, y contó.

1...

Recordaba esos días de confusión y verdades descubiertas.

2...

Recordaba a su madre, tan bella y elegante, pero tan solitaria y triste.

3...

Tiró del gatillo, no ocurrió nada. Aún no es su hora de morir, dicen que una muerte de un disparo en la cabeza es rápida y sin dolor. Ya que no puede salir en su motocicleta o ir a la azotea de un edificio, y lo tenían vigilado con esa cámaras para no cogiera algún arma filosa y cortará la carne de sus brazos.

Sakaki Yugo es un suicida, solía escuchar eso de parte de su doctor a su madre cuando era más joven. Y nadie había perdido la cabeza.

El día del incidente en el departamento el había salido antes, luego de haber dado su declaración. Al no estar involucrado en los homicidios y haber apoyado en la investigación (Haber llamado y dar su testimonio) fueron puntos para que lo liberaran luego de que le dieran de alta en el hospital.

Quien diría que ese lugar arteria en llamas, tal vez debió quedarse en intentarlo. Luego de aquel incidente, en vez de ir aún orfanato, ahora que no tenía padres ni tutor, el estado lo puso en vigilancia al ser seguramente el siguiente blanco de el psicópata más peligroso del país, es decir su hermano. Pero hasta ahora han pasado tres meses, y la casa en la solía vivir nunca se había sentido tan solitaria como ahora.

Las primeras semanas no quería salir, y no se lo tenía permitido. Pero aún debía continuar las clases, así que no tenía otra opción, a la tercera semana fue y se encontró con el mejor amigo de Yuya. El se le acercó con total confianza, en cambio el resto del colegio le tenía miedo, miedo a ser víctimas de un psicópata en serie. Lo entendía, así que se mantuvo aislado con solo un amigo con quién poder desahogar sus miedos.

Poco a poco vio que nada ocurría todo seguía normal por así decirlo, pero por si acaso se mantenían alertas. Encontró el viejo revolver de su padre, ese con el que solía jugar en vez de usar dardos. Era la única arma que tenía permitida usar como defensa, pero tan solo podía tener tres balas, ya que sus tendencias suicidas eran un gran problema.

Siempre era el problema.

Jaden le ayudó, le dijo que sino podía evitarlo entonces que jugará un juego con el revólver, la ruleta rusa. Cada vez que tuviera aquellos ataques o se sentía deprimido, colocará solo una bala, máximo dos, y girará el tambor. Si no salía la bala era por que aún era hora para morir, pero solo lo usaría una vez al día y si se enteraba que no había respetado las reglas no le iba a compartir su almuerzo.

El hermano de Jaden cocina rico, así que acepto.

Se levantó y fue directamente a la cocina, abriendo la refrigeradora y sacando una botella de jugo. Debería ir de compras más tarde, al cerrar la refrigeradora vio una foto de él y sus hermanos sonriendo en un parque, se preguntaba ¿Acaso esas sonrisas fueron mentira todo el tiempo?

No eran una familia normal, lo aceptaba, pero por lo menos el quería dejar atrás los traumas del pasado para tener una vida, pero parece que sus hermanos no pensaron en lo mismo. Todos aquí siempre piensan en irse, por eso suelen tener una muerte prematura ¿No?

Unido a UstedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora