Realeza

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Silencio.

Era lo único que había en esa mesa de restaurante con las cuatro personas presentes sin saber qué decir.

Rubius se encontraba sentado al lado del tenso de boina verde. Su mirada iba desde este último hasta las dos chicas frente suyos que lucían igual de desconcertadas ante la reciente información: Ellos y las princesas estaban destinados a estar juntos por culpa de los Dioses de Karmaland.

Willy parecía querer darse golpes contra la mesa con el fin de comprobar que no estaba dentro de una pesadilla, que todavía era trece de febrero y había caído dormido en la cama junto a su novio después de celebrar el cumple años de este.

Sí, seguro el pastel le cayó mal y por eso soñaba estas cosas,  aunque los pellizcos, golpes y cortadas no hubieran hecho efecto, había ingerido demasiado dulce para su oscuro sistema que le hacía soñar estas cosas.

Para que se hagan una idea de lo que estaba pasando, el día anterior los héroes se habían adentrado en una misión de rescate asignada por los dioses con el objetivo de salvar a las doncellas, misión, que culminó con una maldición de unión de lazos entre ellos.

Vamos, que debían quedarse con las chicas que rescataron porque a los dioses les salió de los cojones que el amor era necesario entre sus héroes y  por ello les colocaron cadenas invisibles para estar juntos.

Y sí, era cierto que para uno que otro de los muchachos le vendría bien esa "bendición", pero para Willy y Rubius que llevaban dos años y medio de relación esto solo representaba problemas, y más porque algunas de las doncellas eran bastante cascarrabias. Kristina, por ejemplo, era una de ellas.

No sería de extrañar que muchas de las relaciones no llegaran a funcionar, después de todo, el amor obligado pocas veces da buenos resultados.

Mangel y Lolito tuvieron la suerte de no haber estado disponibles el día de la misión, pues al no durar el portal lo suficiente como para poder ir a rescatar a sus princesas, no estaban obligados a estar unidos a ellas. Ellos no enfermaban si intentaban hacer cosas en contra del lazo, porque sí, incluso podían llegar a morir si no terminaban con eso pronto.

Rubius estuvo toda la mañana en la iglesia comunicándose con los dioses tratando de explicarles que su obsequio era bien recibido, pero no necesario. Tendrían que esperar un tiempo hasta saber qué decisión tomarán los dioses, por mientras, a que convivir con las doncellas.

Para el híbrido era fácil, Nieves podía ser medio tonta, pero era bastante cariñosa. Nada comparado con Kristina que odiaba cada parte del albino menor. 

Si no fuera por Rubius, probablemente ya hubiera entrado en un colapso al no saber como lidiar con la chica y sus comentarios cortantes.

-Entonces...¿queréis tomaros algo?- Empezó el mayor centrando su mirada en la peli naranja con una sonrisa leve.- Tomar. Bebida ¿Cuál. Gustar. Más?

Gesticuló sus palabras lo mejor que pudo, más la chica solo le devolvió la sonrisa de forma amigablemente sin dar respuesta, cosa que le frustró un poco. Para su suerte, Kristina salió al rescate dejando de apuñalar a su "pareja destinataria" con la mirada y dirigir su atención al chico a su lado.

-Una limonada para las dos estaría bien.- Dijo con tranquilidad, al parecer la única persona con la que no simpatizaba era con el joven de boina.

-Vale.- Le asintió y movió la cabeza hacia su compañero.- ¿Willy?

-Lo de siempre.- El restaurante quizá llevaba poco tiempo inaugurado, pero ya habían estado ahí varias veces debido al apetito voraz del híbrido.- ¿Qué te parece si voy yo en-?

RubirexMonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora