Capítulo 8

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Narra Stephen

Estábamos seguros, era más difícil que nos reconocieran en esta camioneta, aún escuchaba la respiración acelerada de Claire, debía de ser más la adrenalina que la fatiga de la distancia que corrimos. Necesita llamar a mi padre, saber que era lo que sucedía pero decidí esperar hasta llegar a casa y poder hacer esa llamada en privado, algo grave pasaba y si Claire escuchaba su preocupación aumentaría y bueno, no la culpaba, su hermano estaba fuera, en las calles, donde algo extraño estaba sucediendo, algo malo.

Solo tenía que conducir atento al camino durante unos minutos más, está vez no me sorprenderían como lo hicieron esos hombres que ocasionaron que perdiera el control de mi auto. Hice una nota mental en ese momento para llamar a un doctor al llegar a casa, yo no sentía molestias tras el impacto pero quería asegurarme de que Claire estuviera bien y de qué sus heridas no fueran graves. Quería mirarla y asegurarme de que el sangrado en su frente se hubiera detenido y también ver que no estuviera llorando de nuevo pero temía apartar los ojos del camino y volver a pasar el drama que habíamos vivido minutos atrás. Ojalá Ambrose y Philip estuvieran bien, si Claire no hubiera estado conmigo no los hubiera dejado solos, nos habríamos enfrentado juntos a esos hombres y como siempre hubiéramos salido ilesos pero no podía dejar a esta chica en el auto mientras acababa con esos hombres, era demasiado arriesgado, si alguno lograba llegar a mi auto y la descubrían ahí la hubieran matado o se la hubieran llevado con ellos, al pensarlo sentí tanta ira, la simple idea de que pusieran sus manos sobre ella me daba rabia. Esto no era normal.

–¿Tu frente? ¿Duele?– Le pregunté a Claire y pude ver de reojo cómo se llevaba los dedos a la frente.

–¡Auch! Creo que solo si la toco.

–¿Aún sangra?

–No… creo que me golpeé cuando el auto giraba antes de chocar con ese muro, no estoy segura.

–¿Algo más te duele? ¿Estás herida?

–Mis pies me matan pero eso es por los tacones, ya se pasará, aunque mi cuello duele un poco.

–Trata de no moverlo mucho, cuando lleguemos a casa llamaré a alguien para que te revise.

–No es nada, estoy bien.

–No fue una pregunta.

Seguí dándole vueltas al asunto tratando de descubrir qué era lo que estaba sucediendo, me tranquilizó que mi padre no me hubiera convocado a casa, es decir… a la casa familiar, si podía volver a mi casa esta noche entonces el peligro no era tan grande. Aunque debía de ser una amenaza considerable para tener que requerir el apoyo de cuatro de nuestros mejores hombres.

Ya estábamos cerca, podía comenzar a reconocer las calles y las casas, sólo un par de minutos y podría ver la mía, ansiaba verla… sería nuestro lugar seguro esta noche. Cuando llegamos a la reja me aseguré de que nadie nos esperara afuera o nos siguiera y sobre todo que no hubiera indicios de que alguien hubiera entrado a mi casa en mi ausencia, todo parecía en orden así que entramos.

–¿Esta es tu casa?

–Una de mis casas… sí.

–¿Una de tus casas?¿No paras de ser presuntuoso nunca?

–No lo soy.– Reí.

Tras cruzar la reja apareció Mathew, un hombre regordete de pelo cano y mejillas enrojecidas por el frío nocturno, Mathew era el jefe de seguridad de la propiedad, tenía a su cargo algunos hombres que resguardaban mi casa por mi seguridad y la de mis invitados, cuando uno se involucra en nuestros negocios debe de tomar la seguridad como asunto serio. Mathew iba mucho más allá del deber y además de ser el jefe de seguridad se encargaba prácticamente de todos los asuntos correspondientes a esta propiedad, bajé la ventanilla para hablar con él.

–Mathew… Qué vigilen todas las entradas y quiero a un hombre dentro de la casa, detrás de mí vienen Dean y Carl, pasarán aquí la noche. Ah, espera… por favor encárgate de que un doctor venga de inmediato y llévalo adentro en cuanto llegue.

–Sí señor. Su padre le dejó un mensaje, pidió que se comunicará en cuando llegara y también me dio un mensaje para su acompañante, asumo que es la señorita a su lado.

–Sí… Mathew ella es Claire. –Recargué mi espalda en el asiento para que Mathew pudiera verla y ella le saludó con la mano.

–Soy yo. –Dijo Claire.

–Mucho gusto señorita, el jefe me pidió comunicarle con urgencia que el joven Chales se encuentra sano y salvo en una ubicación segura.

–¿Qué?–Claire suspiró. –Charlie… gracias a dios.

–Gracias Mathew, te veré cuando el doctor llegue.

Subí la ventanilla y seguimos avanzando hasta llegar a la entrada de la casa. Este era el momento de la verdad.

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