Rojo

211 35 6
                                    

Los tacones sonaban en el amplio espacio, unas botas rojas hasta la rodilla las producían, relucientes y perfectamente escogidas a juego con una falda negra y una blusa blanca sin arruga alguna. Aquella mujer era demasiado atractiva, y con un gusto impecable.

Sin miramientos sacó de un bolso oscuro dos objetos, el primero era una especie de daga, la empuñadura era bella e intrincada de un color oscuro con una pequeña piedra roja en la parte final del mango, mientras que  la hoja era fina, brillante con colores rojos. Al lado de la daga que estaba sobre un pequeño espacio entre unas rocas puso un saquito satinado de color morado oscuro. Sobre este dejó una piedra redonda parecida a una perla grande que colgaba de una cadena plateada.

Se acercó a una mujer pelirroja de no más de treinta años que se encontraba esposada a una pared de rocas, aquellas parecían haber sido puestas exclusivamente para esa mujer. Su cuerpo colgaba como si se tratase de una mártir.

Aquella mujer cortó con el filo reluciente la ropa de aquella mujer, dejando descubierta su piel blanca. Al acercar la daga su piel parecía emanar un tenue brillo apenas perceptible,  como si algo dentro de ella reaccionara a aquella curiosa daga.

—Parece que duermes. Tengo que hacer esto. Tienes que saber que agradezco que voluntariamente dones tu magia para mí. Si supieras de la gran causa a la contribuirás. Es una pena que no puedas ver lo que estoy por crear.

Fueron las palabras a la joven que estaba colgada.

—Mi agradecimiento es una muerte piadosa e indolora. No sentirás nada, solo no despertaras de ese sueño profundo.

Dicho eso llevo el filo de la daga por todo el cuerpo de aquella mujer, desnudándola por completo.

El cabello rojizo y largo cae por sus pechos. Aquella mujer en rojo tomo su rostro con delicadeza. Aplicó un labial rosado que resaltaba la belleza de aquella mujer. Colocó una corona de flores blancas y rojas. Mientras a sus pies puso unas flores oscuras. 

Después sacó del mismo bolso que llevaba una serie de hierbas y aceite. Mezcló las hierbas y el aceite para mezclarlo con la punta de aquella daga. 

Con una de las flores oscuras dejo correr el aceite por todo el cuerpo de aquella joven, estaba honrando a aquella chica, preparándola para su final.

Cuando terminó de nuevo tomó cada y en la mano izquierda sostuvo dije de aquella piedra aperlada. Murmuró algo para ella misma y aquella chica, sostuvo su rostro y despejó su garganta.

Metió la daga y la sangre comenzó a correr. Hizo otros cortes más que dejaron un hueco en su garganta y bastante sangre en el proceso. Pero cuando enterró de nuevo la daga esta iba a acompañada de un halo azulado, blanco. Aquella mujer acercó la piedra y aquel halo quedó atrapado en el collar.

—Te lo agradezco.

Dijo fríamente aquella mujer, con las manos ensangrentadas. 

—Baja el cuerpo con cuidado, debemos limpiarla, ponerla presentable. Después de todo es parte de todo esto. 

Una sombra entró a aquel espacio relativamente pequeño, oscuro, iluminado solo por la luna y unas velas.

Bajó el cuerpo y después lo sacó de aquella habitación. Siguió ella detrás, pero antes supuso el collar. A la par que iba quitando la ropa ensangrentada. 

Aquella sombra dejó el cuerpo a la orilla de un pequeño pozo natural entre rocas, la mujer quitó cada prenda de su ropa hasta quedar desnuda, solo con el collar que se había puesto. Se metió al agua para enjuagarse la sangre, esta ya poseía un color rojizo, de sus víctimas anteriores.

Mientras ella quitaba la sangre del cuerpo con delicadeza. Mientras aquella figura quemaba la ropa de ambas mujeres. El olor a sangre, humo y hierbas estaba en el aire, pero también el olor a muerte.

—Ve en paz hermana, que tu muerte no será en vano.

Aquella mujer lleno de flores el cuerpo y puso una flor oscura que decoraba la garganta de la chica para disimular la gran herida del cuerpo.

—Estamos cerca, cada vez tenemos más poder, magia y dones. Cada vez estamos más cerca de lo que necesitamos. 

Aquella mujer salió mientras la sombra la recibía con una bata satinada de color morado oscuro, su cabello oscuro mojado caía sobre su espalda, mientras sus ojos verdes brillaban por haber cumplido con su cometido.






Hace siglos que no subo capítulos.

Espero estén muy bien dentro de toda la locura que sucede en el mundo. 

Mi intención es acabar esta historia para meterla a los Wattys. Yo sé que algunos se preguntan por Así muere un ángel y Cuando la muerte se enamore.

Bien he dejado descansar esa historia, por muchas razones, no se preocupen, las voy a acabar, he estado tomando unos cursos para unas sorpresas. Pero esta contingencia retraso muchos planes. 

Mientras espero que Murielle sea una historia agradable para ustedes. 

LAs invito también a escuchar mis podcasts que estaré subiendo a Spotify. EL link se los dejaré en la descripción y esta en mi ultimo comentario en mi perfil.

Gracias y gracias infinitamente gracias por leer mis historias.



MURIELLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora