Lira I

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Si antes de irme pudiera,
cerrando estos mis ojos, tan cansados,
y ver en la roquera
tus lindos pies colgados,
por suaves besos de la mar, mojados.

La arena de la playa,
en donde tú, luciérnaga, te apagas
reclamando que vaya.
Sus llamadas aciagas
están clavándome miles de dagas.

Luciérnagas de luces
seducen la noche con sus espejos
y tú, arena, reluces.
De la tierra los viejos
y de los mares..., los malos pendejos.

Subiendo la marea,
los susurros de mar en hora buena,
con reflejos campea
de la dorada arena,
en esta playa silente... resuena.

Si de salitre y espuma
nacer yo pudiera antes de morir,
y si agua me perfuma
al tomarte antes de ir
en aquella negra barca y partir.

Se deslizará barca
hacia la etérea y ligera senda
de la lúgubre parca,
serenidad horrenda,
de quietud etérea, agua de ofrenda.

Navega por mi vía
hacia la luna llena, busca argenta
la de dulce agonía.
Etérea, lamenta
la luz, oscuridad de su tormenta.

No quiero ser quimera
navegando por agua luminosa.
Seré esa luz primera,
la negra y tormentosa,
el que roba tu corazón, preciosa.

En tu agua zambullirme
y gozar de tu caricia mundana.
Si así fuera, estoy firme,
muerte serena, truhana,
llévame después entre tu sabana.

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