Capítulo 3 #Lesley#

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Capítulo 3

❧Lesley☙

No podía creerme que Niall hubiera acabado ayudándome. Estaba segura de que se negaría rotundamente, pero, había accedido por razones que se escapaban de mi comprensión.

Quizá quería limpiar su carga mística ya que, en ocasiones, había sido más que borde conmigo.

– ¿Y ahora qué? –Me preguntó nada más terminar de instalarme. Había sido previsora y, ante la improbable aceptación, llevaba las cosas más necesarias en una bolsa deportiva en el maletero del jeep.

–Pues me dices qué quieres que haga en el local que para algo eres el jefe. –No quería sonar borde pero con él siempre le salía un tono poco conciliador.

–No me refiero a eso. –aseguró sirviéndose una copa en el mini bar del ático donde vivían. –Te quedas una semana, que ni si quiera debí aceptar, ¿cuál es el plan para luego? –Me sentí algo tonta en ese instante. Si era cierto que había ganado una pequeña batalla con la concesión de su hermano, sólo la había autorizado a estar una semana. Quedaba mucho para ganar la guerra.

–A lo mejor, antes, podía pensar que es mi tutor y que tenía el derecho a dirigir mi vida, pero ya no. Las cosas han cambiado mucho y Owen tiene que dejarme volar. –dije desvariando.

–Los hombres lobo no volamos. Contestó irritándome sobremanera. –Sólo te he dado tiempo, Lesley. Puedes hacer lo que quieras en el club, no voy a ponerte a trabajar. Pero sabes, o deberías saber, que no voy a librar ese combate por ti. –aseguró. No tenía ningún derecho a pedirle eso.

Yo quería ser libre, aunque tuviese que trabajar, pero si me hermano se negaba, la ley lobuna le confería el poder de decisión, me iba a pelear con él. Y si Niall me daba trabajo, ellos se enfadarían.

–Pienso mejorar este club. –aseguré convencida de que era mi única opción. Si me hacía importante o imprescindible, quizá, obtuviera el apoyo aunque fuese de Mael. Además, conociéndolos, no tendría tantos reparos y podía huir del plan de casarme. Yo no me imaginaba con un hombre lobo como lo era Owen. Estaban anticuados y eran muy territoriales, sin embargo, yo, era luchadora y extrovertida. Necesitaba acción, aventura y tener mis propias riendas.

–Suerte con ello. –murmuró Niall mientras se iba a su cuarto. ¿Por qué tenía que ser así? Con esa actitud, relaciones públicas no iba a ser... ¡Eso era!

Yo podía dar el perfil a la perfección de gerente del local. Hablar con la gente, realizar encuestas de satisfacción, ser la cara visible y amable.

Me vestí al efecto, un mono plateado llamativo y una tablet preparada. Me había dedicado todo el día, encerrada en mi habitación, a vender invitaciones vip por Internet con consumiciones y privilegios.

– ¿Has cerrado dos salas sin consultarme? –Niall vino hacia mí como un toro de Miura. –Sala de póker y bailarinas. ¿Quieres arruinarnos el local? –Estaba visiblemente enfadado y Mael, tras él, intentaba calmarle.

–No he cerrado nada. –aclaré intentando no sonar crispada por las insinuaciones. –Las he vuelto exclusivas. –Pusieron cara de no entender nada. –Son salas vip que se pagan a parte. Tenemos el aforo de ambas vendido, podéis mirarlo en la cuenta del negocio. A los elfos les encanta la zona de baile y han pagado muy bien. –Empezaron a cambiar sus rostros serios. Mael incluso sonrió. –Me parecía una mala idea mezclar razas con humanos pero vi que era algo que tenía tirón. ¿Pero y si además pueden sentirse libres de ocultarse en ciertas zonas del club nocturno? –Me fui al centro de la sala de entrada preparada para recibir a los compradores online.

–Con gerentes así no me extraña el boom que ha tenido este negocio desde el primer día de apertura. –Un elfo, entrada pagada en mano, se dedicaba a repasarme de arriba abajo. Los elfos solían ser atractivos por su altura y rostros delicados. Pero, además, poseían una palabrería envidiable. Eso los convertía en un peligro potencial para el corazón de las mujeres, en especial, de las humanas que no conocían sus encantos.

–Sí, somos muy afortunados. –No había oído llegar a Niall y me sobresalté ante su voz. –Que disfrute en el establecimiento. –dijo con cierto sarcasmo mientras me cogía de la cintura para apartarme.

–No te expongas de esa manera, no sabes quién puede entrar por esa puerta. –susurró procurando que nadie oyera nuestra conversación. –Convivir no es confraternizar. –aclaró mirándome fijamente. –Te recuerdo que estás bajo mi protección y no puedo ocuparme de mis asuntos y estar pendiente de que no te pase nada. –Sonreí ante su preocupación. –No me irrites, Lesley. –añadió haciéndome un gesto antes de irse.

Era un cascarrabias pero me había dado la oportunidad que le había pedido. Paseé por el club saludando a unos y a otros, sin importar la raza, efusivamente. Quería que todos los presentes me recordasen para que, si llegaban a mandarme de vuelta con mi hermano, todos preguntasen por mí.

–Eres muy lista. –Mael me asustó. En eso de ser sigilosos, los hermanos se parecían. –¿Has probado a decirle a Owen lo que sientes respecto a cómo te trata? –preguntó.

–Me cuesta horrores que me entienda. Y mi madre le aprieta las tuercas para que no me suelte la cuerda ni un poquito. –Ese era otro problema de mi vida. Mi madre no tenía nada que hacer y le encantaba mandar. Si a Owen ya no podía controlarle tanto porque ya estaba felizmente casado, se centraba en buscarme un futuro "bueno" para mí. –Gracias por dejar que me quede con vosotros y que trabaje aquí. –No sabía si Mael estaba en desacuerdo con lo que su hermano había hecho porque no lo recordaba tan feliz. Le había sentado muy bien alejarse.

–No soy yo quien ha firmado el pacto de protegerte para que puedas estar aquí. –declaró haciéndome reflexionar. –Hazle caso a Niall, no tiene demasiada paciencia y es más guerrero que conciliador. –Se fue dejándome en mitad de la pista pensativa.

Mael tenía razón. Niall era el mejor guerrero que había conocido. Siempre que íbamos a alguna misión a la que me dejaban ir, mi hermano me encomendaba a él mismo o a Niall. Quizá por eso siempre nos habíamos relacionado estrechamente a pesar de sacarnos de quicio el uno al otro.

Oí follón en una de las salas privadas y fui antes de que más gente se percatara. En la sala de póker un hombre lobo estaba transformándose y un vampiro sacaba sus colmillos.

– ¡Basta! –grité mucho más fuerte de lo que había previsto. Se sentaron de nuevo tranquilizándose.

–No vuelvas a hacer eso. –Niall me cogió tan rápido apartándome de la vista de todos que sentí vértigo. –No vuelvas a ponerte en una situación de peligro innecesaria. ¿Qué hubiera pasado si vuelven contra ti en vez de hacerte caso?

Sabía que tenía una obligación con mi hermano. Debía protegerme. Pero oyendo los latidos irregulares y rápidos de su corazón, tuve que preguntarme si no se preocupaba en exceso. ¿Qué le pasaba a Niall?

EL SENTIMIENTO DEL LOBODonde viven las historias. Descúbrelo ahora