No sé si referirme a ti como una roza marchita o como la persona que me salvó de la perdición. Estirando tus brazos perfectos que me protegen y que yo, por mi culpa, te condene a marcar por el resto de tus días.
Me abrazaste por primera vez un día bello, no sé cuál de todos los hermosos días que paso a tu lado, pero ese día fue hermoso. No tengo muchos recuerdos exactamente, pero recuerdo mi cabeza en el hueco que hace tu cuello y tu hombro inhalando tu aroma que tanto amo, ese abrazo era lleno de necesidad, de cariño, de amor... L.M
ESTÁS LEYENDO
Desahogo
Roman d'amourNo es muy importante. Desahógate con las palabras que tu boca no puede articular.