Cafetería de calle Las Heras.

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            ¿Recuerdas aquella cafetería? Aquella donde hemos jurado amor eterno. Pues ahí me tomaré el ultimo café con tu nombre en cada sorbo.

Si en ese día acudes al llamado de la desesperación te esperaré con esa porción de selva negra que nunca pudimos terminar, y hasta no ver el plato vacío ninguno dirá adiós, ninguno se levantará de su asiento y mirará por encima del hombro para agitar su mano.

Seguramente luego de todo caminaremos sin mirar a los costados, caminaremos sin preguntarnos si el otro se quedó por el camino. Si por esas casualidades nos giramos para vernos y ayudarnos a seguir caminando significa que no estamos preparados para caminar sin el otro.

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