¿Confías en mi?

463 38 6
                                    


Altagracia sujetaba la mano de Saúl intentando darle seguridad, él no dejaba de mencionarla. Más no abría sus ojos. Se quejaba, lloraba y pedía ayuda. Pero no despertaba.

Ella comenzó a preocuparse, y le pidió a la enfermera que los dejara solos, que ella intentaría calmarlo...

Altagracia se recostó en la cama y comenzó a acariciar la cara de Saúl, le hablaba muy pausado, pero haciéndole sentir que ella estaba ahí.

"Saúl, sé que me oyes, no puedes dejar que esta fiebre te venza, es un simple resfriado, quédate aquí conmigo, abre los ojos... Saúl..."

Al darse cuenta que no reaccionaba intentó darle pequeñas palmadas en su cara, devolviéndole un poco el color.

"Hey, mi licenciadito, despierta, aquí está tu Doña, y no me voy a mover de aquí hasta que estés bien... Saúl por favor abre los ojos, te lo ordeno!!!!!"

Dijo esto llorando un poco... a lo qué el apretó suavemente su mano, seguía sin abrir los ojos, solo le pedía que no se fuera.

"No me dejes, por favor no te vayas... Hay algo que quiere llevarme, no me dejes, tú no.."

Altagracia al escuchar eso supo que algo andaba mal con esos sueños de Saúl... pero ahí en el hospital no era mucho lo que ella podía hacer por él.

Contacto a uno de sus hombres y les pidió pagarle a algunas enfermeras para sacar a Saúl de ahí. Necesitaba llevarlo a uno de sus santuarios. Tenía que curarlo. Y ella sabía perfectamente cómo...

Pasó 1 hora y Saúl aún no reaccionaba. Los hombres de Altagracia se habían tardado un poco para contactar a alguien que los ayudara a sacar a Saúl.

El teléfono de Altagracia sonó...

L - ¿Te falta mucho?

A - Saúl está mal, pero ya sé cómo curarlo. Necesito que mandes a alguien a la hacienda, y que preparen mi Santuario, por favor dile a Regina, ella sabe de lo que hablo.

L - ¿Vas a usar la brujería con Saúl?
¿Qué tan grave está?

A - Lo veo muy mal, pero necesito ir.

L - Altagracia esto no es buena idea, ¿Por qué no dejas que lo cuiden en el hospital?

A - Porque no León, noo. Saúl se va conmigo a la hacienda y punto. No te preocupes yo llamo a Regina.

L - No tienes porque molestarte, quien deberá estarlo soy yo.

A - ¿Confías en mi?

Se escuchó un gran silencio...

A - Perfecto. Adiós.

L - Por supuesto que confió en ti. Ve y salva a Saúl. Yo me encargo de todo para el viaje.

A - Si él sigue mal, tiene que irse con nosotros a Brasil. No puedo dejarlo solo.

L - ¿Qué? No. Eso si no Altagracia.

A - Mi amor ya, no pienso discutir, además sé que Saúl quisiera saber cómo pasó todo lo de Mónica, que mejor que ir para allá, va ser doloroso recordar, pero ambos lo necesitamos.

L - Esta bien.

.
.
.

3 horas después Altagracia se encontraba en su hacienda, con un Saúl bastante tranquilo pero aún dormido. Se escuchaban pequeños quejidos de su parte, pero ella no lograba entender lo que decía.

Él estaba acostado en un pequeño mueble que permitía el acceso a toda la habitación iluminada por más de 30 velas encendidas... cada una de un color entre blanco y la mitad rojo.

Altagracia tenía que desvestir a Saúl para esto, era un ritual y debía ser así. Ella tenía que tener poca ropa también. Al verlo ahí, recordó aquella noche en su casa, en su lugar más sagrado. Aquel en el que intentó unir la vida de Saúl junto a la de ella por siempre... y tres años después, ahí están, juntos, pero no revueltos. Ella seguía siendo la diosa que él siempre dijo que era, su diosa.

La Doña 2 - ¿Leogracia?❣️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora