Capítulo 45

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Milk miró encolerizada a Broly, sin importarle que ese macho tuviera ochenta kilos y unos buenos 50 centímetros más que ella. Desafortunadamente, al guerrero no parecía importarle que estuviera enojada. Y no se movió de la puerta que bloqueaba.

—Pero quiero verle.

—Ahora no es el mejor momento, Milk.

—¿Cuan serio es el daño?

—Estas son cosas del Clan—dijo Broly suavemente—. Olvídate de ello. Te haremos saber qué pasa.

—Oh, seguro que lo harán. Igual que cuando me dijeron que estaba herido. Por el amor de Dios, tuve que enterarme por Hudson.

En ese momento, la puerta se entreabrió. Gokú estaba más serio de lo que alguna vez lo había visto, y estaba gravemente marcado. Uno de sus ojos estaba hinchado y cerrado, un labio partido, y llevaba el brazo en un cabestrillo. Pequeños cortes aleatorios estaban por todo su cuello y cráneo, como si hubiera saltado sobre piedras o algo por el estilo. Mientras Milk hacía una mueca de dolor, él la miró de arriba a abajo. Los ojos brillaron intermitentes del negro al plateado, pero entonces miró hacia Broly hablándole rápidamente.

—Finalmente Black descansa —inclinó la cabeza hacia Milk—. Si ha venido a sentarse a su lado, déjala. Él se relajará con su presencia.

Gokú se dio la vuelta. Mientras caminaba por el vestíbulo cojeaba, la pierna izquierda renqueaba tras él como si su muslo no estuviera bien.

Con una maldición Milk fue tras él, si bien ella no tenía ni idea de por qué se tomaba la molestia. Él no quería aceptar nada de ella, ni su sangre, ni su amor... y ciertamente tampoco su simpatía. Gokú no quería ninguna maldita cosa de ella. Bien, excepto que se marchara. Antes de que lo alcanzara, Gokú se detuvo abruptamente y miró hacia atrás.

—¿Si Black necesita compañía, le brindarás la tuya?

Milk se quedó helada. No sólo bebía de otra, si no que le resultaba fácil compartirla con su gemelo. Un polvo cualquiera, nada especial. Mierda, ¿se veía ella tan disponible? ¿Nada de lo que compartieron había significado algo para él?

—¿Lo harás? —Los ojos recientemente plateados de Gokú se estrecharon en su cara—. ¿Milk?

—Sí —dijo en voz baja—. Cuidaré de él.

—Gracias.

—Creo que ahora mismo te desprecio, Gokú.

—Ya era hora.

Ella giró sobre sus talones, preparada para ir andando hacia la habitación de Black, cuando Gokú le dijo suavemente.

—¿Ya tienes el periodo?

Oh, fenomenal, otro bochorno. Quería saber si la había dejado embarazada. Le aliviaría sin duda cuando oyera las buenas noticias. Lo miró sobre el hombro.

—He tenido calambres. No tienes que preocuparte por nada.

Gokú asintió. Antes de que pudiera irse, Milk lo cuestionó.

—Dime algo. Si estuviera embarazada, ¿te emparejarías conmigo?

—Te proveería a ti y a tu bebé hasta que otro macho lo hiciera.

—Mi bebé... ¿como si no fuera la mitad tuyo? —cuando Gokú no respondió, ella le empujó—. ¿No lo reconocerías?

Su única respuesta fue cruzar los brazos sobre el pecho. Milk negó con la cabeza.

Cicatrices del Alma II: RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora