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YoonGi parece molesto, o al menos eso piensa JiMin cuando cambia el vendaje de su pierna, no hay antibióticos por lo que el sucio deberá soportar el dolor de abrir la herida, porque JiMin no le contará que él puede conseguir medicamento con facilidad, es como un castigo por haber hecho lo que hizo. Cuando ve que todo esta en orden asiente y se prepara para irse.

—Me voy. — Anuncia, pero YoonGi ni siquiera voltea a verlo, JiMin hace una mueca y suspira, se niega a creer que el sucio le pueda gustar con esa actitud tan infantil.

No dice más, opta por irse en silencio dejándolo solo en aquel túnel, quizás es lo mejor, alejarse por cualquier excusa es bueno cuando después de tanto se enfocó en el simple hecho de que le gusta, es un primer paso para dejar ese tema como un mal recuerdo o una mala decisión. Mantenerse como una piedra es su objetivo, porque sabe que puede quedar a merced de alguien que quizás busca hacer daño a su pequeña ciudad, está tan confundido y perdido que no quiere pensar, prefiere solo escapar un segundo de todo y desatarse de lo que ocurre, correr sin rumbo y perderse en un lugar donde no haya consecuencias, donde no sienta nada y donde consiga odiar al sucio. Porque JiMin no lo odia, ni siquiera le desagrada, intenta que ocurra, intenta hacer que sus actitudes lo hagan desagradable, pero no puede, termina cayendo siempre en lo mismo, y es por eso que se molesta, porque YoonGi le atrae y cada cosa que él haga tiene una reacción que no puede evitar, es por eso que se castiga tanto por estar molesto.

Camina por la ciudad, ni siquiera está a punto de oscurecer, ha pasado alrededor de 5 horas en un túnel y se da cuenta de que le ha parecido más tiempo, porque sus días solían ser más ajetreados, pero ahora, con pocos clientes y viviendo de lo que le da YoonGi y SeokJin siente que tiene mucho tiempo libre, y lo usaría para estar con YoonGi, pero si sigue cayendo ante él, llegará un punto donde no se podrá levantar, donde se quede a sus pies y no pueda negarse a cualquier petición, es por eso que prefiere deambular por la ciudad convenciéndose de que es mejor no sentir nada a que odiar, porque quiere alejarse como lo hace con sus clientes, quiere eliminar cualquier vínculo y dejar sus sentimientos fuera, pero de nuevo, no puede.

La calle es larga y no hay mucha gente, de hecho esta desierta como casi todos los días, lo entiende, pero a la vez piensa en que los soldados deben de estar cerca, porque ha visto a una mujer caminar con prisa, y nadie camina con prisa a menos de que soldados vengan en es dirección. Trata de comportarse lo más tranquilo que puede cuando los divisa a lo lejos, son dos que parecen mayores que él, suspira y piensa en cambiarse de lado de la calle, porque realmente no quiere cruzar a lado de aquellos intimidantes hombres, pero también piensa que se ofenderían rápido e irían tras él solo para molestarlo. Decide por seguir con el perfil más bajo que puede, está cerca de la escuela, así que no quiere problemas.

Su corazón late con miedo, no lo puede evitar, todos los años de su vida ha sufrido aquel miedo que todos esconden y que nadie necesitaba decir, porque a JiMin solo le aterraban los soldados vivos de los que no se podía aprovechar, de los que se defenderían aún si no corrieran peligro, y jamás pensó tenerlos cerca hasta el día en que comenzaron a rondar por la ciudad. Sentía sus latidos en el pecho conforme se acercaba, solo tenía que pasar entre aquellos hombres, porque hacerse a un lado solo era algo que las mujeres podían hacer, incluso los impuros tenían que seguir recto para probar que eran verdaderos hombres y no maricas ante los soldados. Cada paso hace que sus extremidades quieran temblar, su garganta esta seca y envidia a aquellos que no les temen a los hombres uniformados. Cuando los tiene a solo pasos de distancia ni siquiera los mira, su cabeza se mantiene baja en busca de una salida rápida, sabe que pronto pasará aquel infierno, solo tiene que seguir en calma, falta poco para que todo termine.

Falta poco, se repite mil veces las mismas palabras. Pasa entre ellos como si todo se detuviera, tan lento que le quema el pecho, lo consigue y cree que ya puede respirar. Pero uno se detiene y voltea a mirarlo, lo sabe porque los vigila por el rabillo del ojo, no quiere detenerse y por eso no lo hace, finge que no lo ha visto, cierra ambos ojos con fuerza pensando en lo que pudo haber hecho mal, quiere correr pero no se lo permite.

Sucio »YoonMin« #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora