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No es una sorpresa que cuando llega a su casa lo primero que recibe es un fuerte golpe de su padre, y no lo culpa, se ha demorado bastante con el sucio y esas no eran buenas horas de llegar, ya lo ha hecho antes, pero nunca cuando sabe que su padre estará ahí despierto. Vuelve a estar manchado de sangre, pero ahora es la suya que escurre por su labio, la limpia con orgullo y levanta la mirada para demostrar que no es débil, el señor asiente y se va, porque no hay necesidad de palabras; la lección está aprendida. JiMin se recuesta en su pequeña cama y escucha los llantos de su hermana menor, pero es normal, porque la pequeña muchas veces tiene pesadillas de las que él no puede hacer nada para ayudarla. Suspira y cede ante el suelo, recordando lo que debe hacer al despertar, recordando que debe regresar con el sucio, recordando su lindo rostro y su tierna sonrisa. Lo único que no recordó esa noche era como ser un adulto y no una quinceañera enamorada.

(...)

Se levanta de la cama antes de que salga el sol, le deja un beso en la frente a su hermana y algo de dinero sobre la mesa a su madre. Pero hay algo diferente en el ambiente de la madrugada, es tan silencioso como siempre, incluso los sonidos son los mismos, pero algo le incomoda. Antes de salir por la puerta principal gira el rostro y se encuentra con la seria mirada del señor Park sobre él, no hay palabras, pero el entendimiento es mutuo.

JiMin se acerca con curiosidad.
—Preocupas a tu madre— La voz rasposa del hombre invade el ambiente tranquilo de la madrugada, está tan silencioso que JiMin siente que le gritan. — JiMin, estoy orgulloso de que seas un hombre y puedas mantener a la familia— Carraspea. —Sé que yo no sirvo de mucho, pero aún soy la cabeza y exijo respeto a mis reglas.

JiMin asiente, él ya sabe todo eso y se suponía que su regaño era el golpe de hace unas horas, pero al parecer ese no era el punto, porque su padre siguió hablando.
—Pero eres un hombre... Y espero que tus descuidos sean por una futura esposa.

JiMin por fin pudo respirar tranquilo, si solo era eso no habría de que preocuparse, porque podría solo asentirle e irse, cosa que hizo para dejar la charla hasta ese punto. Consiguió salir de su hogar burlándose de sí mismo por no poder pensar en ninguna linda chica para formar su futuro, solo en un sucio con una sonrisa muy brillante.

(...)

Conseguir la brújula había sido demasiado fácil a decir verdad, pero no quería ir a ver a YoonGi hasta tener el mapa, así que hizo lo habitual y recorrió las calles de su pequeña ciudad montado en su patineta. El sol sale y con eso despierta por completo, ahora puede ver con claridad a la lúgubre gente caminar por las calles con lo poco que conseguían de las tiendas locales. Él jamás se mete con los ciudadanos que buscan ganarse la vida vendiendo lo poco que consiguen, pero de alguna manera los perjudica al quitarles más clientela cada vez, pero así eran las cosas ahora, todos necesitaban algo y si JiMin podía conseguirlo lo haría a cambio de cosas para mantener a su familia. Está apenado, pero trabajo es trabajo.

Llega al dañado edificio y se detiene al ver algo que no debería estar ahí, saluda y muestra respeto cuando ve a los hombres llegar por la ancha calle donde se asoma el sol. Está congelado y se pregunta el porqué de su visita.
Alguien le sonríe, un uniformado mientras marcha, por miedo JiMin se queda estático sin mostrar emoción en su rostro, cuando respira es porque ya se han alejado dejando una cortina de polvo en el ambiente. Piensa en el sucio y una molestia en el estómago lo invade. Si hay militares es porque algo ha ocurrido, algo serio que incluye la frontera... quizás busquen a YoonGi o solo estén haciendo un recorrido, de cualquier manera todo le parece malo. Sacude su cabeza dejando que los pensamientos se vayan y por fin puede adentrarse al edificio.

Sube por las escaleras, es lento y dudoso de lo que está haciendo, aprieta con fuerza la bolsa que trae en las manos y de nuevo se siente mal. Es solo una entrega para SeokJin, algo rutinario que no le debería de preocupar, pero de alguna manera lo hace y lo asocia con los hombres de guerra. Toca la puerta y espera a que le abran, su mirada está perdida por alguna parte del pasillo. Un click lo hace reaccionar y alzar la vista para encontrarse el rostro desvelado del rubio, quién exhala con cansancio. Lo dejan pasar.
—Pensé que sería uno de esos militares, los he escuchado toda la maldita noche.— Dice SeokJin dirigiéndose a la cocina, a donde siempre va para traer dinero y pagarle. —No sé qué carajos ha ocurrido, de repente llegaron y se quedaron, como si esta ciudad resistiera más de sus armas— Alza la voz para que JiMin escuche, es normal que se queje, de hecho, siempre se tarda más de lo debido para poder hablar un rato. —Cuando yo era niño...— Y JiMin ríe porque no se imagina a SeokJin de niño, si, el chico es joven y todo, pero siempre ha hablado de su infancia como algo lejano. —Los militares no eran tan creídos, tenían su lugar y la mayoría eran muy amables, parecían caballeros y cuidadores. Ahora no se les puede ni preguntar la hora porque te golpean con sus armas.

Sucio »YoonMin« #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora