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Los ojos de Camila no expresaban más que lástima.
Yo estaba completamente frágil y lo odiaba con cada parte de mí ser.

-en realidad he estado peor- dije mientras esbozaba una débil sonrisa.

Ella solo me observo y luego repentinamente desvió la mirada como tratando de evitar hacer algo.

Pasaron los segundos y cuando reaccione su pequeño y delicado cuerpo me rodea y sus brazos se aferraron a mí como si su vida dependiera de ello.

Camila

-lo siento- susurre mientras ocultaba mi cabeza en el hueco de su cuello.

-Camz- se detuvo y suspiro –yo…yo- la interrumpí.

-no lo sientas… no tenías obligación de volver- exprese con tristeza.

Ella no respondió simplemente continuo apretando mi cuerpo contra el de ella.

-gracias- susurro después de un rato.

-¿Por qué?- pregunte separándome de ella lentamente para así poder ver su rostro.

-tu no me abandonaste- una lagrima recorrió su mejilla –tú me salvaste aun cuando me porte como una idiota- tomo una gran bocanada de aire –pude haber muerto ese día y tu…tú me salvaste- dijo dulcemente y luego deposito un tierno beso en mi frente; sentí que sus labios temblaron al hacerlo.

-Lauren…- mire al suelo.

-¿Sí?-

-¿podríamos vernos hoy en el mismo lugar?- pregunte –quiero hablarte sobre algo. Algo que no puedo lograr sin ti- la mire de nuevo, fijamente a los ojos -¿por favor?- suplique.

Esbozo una media sonrisa y solo asintió.

-¿a las 6?- repetí mi frase como la primera vez y su sonrisa creció mil veces más.

-a las 6- replico.

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