II - Marinette

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     Hubo un jadeo colectivo entre sus compañeros, como si esto fuera una gran revelación en una telenovela. La representante de la clase parpadeó un momento con la ceja todavía levantada, porque ¿quién cojones era esa chica y por qué se cuadraba ante ella como si tuviera alguna oportunidad? En realidad... no, qué más daba.

     — Perdona, ¿quién eres? –preguntó Marinette, su tono daba a entender lo poco que le importaba la respuesta.

     — Para tu información, soy Bianca. Me transferí justo ayer. Pero no cambies de tema. He oído que has estado acosando a mi mejor amiga Lila –antes de que Bianca pudiera decir algo más, Marinette le dio una mirada inexpresiva.

     — Bueno, lamento informarte, pero tu mejor amiga es una mentirosa.

     Pudo escuchar a Lila romper inmediatamente en sollozos en algún lugar del fondo, pero Marinette perdía rápidamente el interés en esta conversación.

     — No lo creo. Creo que tú eres la mentirosa. De hecho, creo que gente como tú es lo que está fallando en París. Siempre tratando de dañar a otros para que sean akumatizados y que yo después tenga que limpiar tu desastre.

     Perdona, ¿qué?

     Eso hizo que la ojiazul entrecerrara los ojos para enfocarlos en la chica que tenía en frente. Interés despertado.

     — Te estoy dando una sola oportunidad. Deja de ser un peligro para la sociedad o mi compañero y yo tomaremos medidas.

     Había unas cuantas cosas que sacar de eso. Como, un montón. ¿Peligro para la sociedad? ¿Compañero? ¿Tomar medidas? ¿Quién se creía esta chica que era? ¿Ladybug? Lo único que estuvo claro para Marinette después de revisar varias veces sus opciones fue que ésta no era una recomendación amistosa.

     — ¿Me estás amenazando?

     Tal vez podría haber sonado un poquito más enfadada. De hecho, nada habría superado un tono aburrido. Pero simplemente no encontró la energía.

     Una sonrisa triunfante se extendió por la cara de Bianca, ignorando la falta de miedo en la voz de Marinette.

     — Yo no amenazo a la gente, pero es una promesa.

     Marinette se quedó parpadeando un poco más. Porque, ¿qué estaba pasando aquí? ¿Qué demonios le había hecho al universo para que considerara oportuno enviarle esta mañana tal sarta de gilipolleces? ¿Y por qué tenía la sensación de que esa chica se estaba refiriendo a algo que ella no estaba pillando? ¿Por qué su cuerpo le decía que tenía que reaccionar mientras su cerebro se estaba tomando su tiempo para procesarlo todo?

     — Tío –susurró alguien desde el fondo de la galería, considerando de corazón echarle una mano–. ¡Esa es Ladybug!

     Lila les hizo callar diciendo en alto– ¡Chicos, no todo el mundo tiene que saberlo! ¡No sabemos en quién podemos confiar!

     Oh.

     ¡Oohhhhhhhhhh!

     Wow. Cuando ella se hizo ese mismo comentario mentalmente, solo estaba bromeando, pero... ¿En serio? ¿Realmente acaba de...?

     — ¿Eres Ladybug? –preguntó, queriendo aclararlo y estar absolutamente segura de que no acababa de imaginar los últimos cuarenta segundos de su vida. Bianca alzó la barbilla, mirando literalmente por la nariz a Marinette.

     — Normalmente no compartiría esa información con alguien como tú.

     Detrás de ella, Adrien se levantó del sitio completamente lívido, pero Marinette apenas tuvo un momento para procesar la malicia en sus ojos al mirar a Bianca antes de...

     Pfffff

     Marinette se cubrió la boca con la mano para detenerlo, pero ya nada podía contener el ataque. Al principio eran risas, saliendo de ella como olas mientras intentaba aclararse la garganta e intentar lidiar con eso seriamente. Pero no aguantó mucho. Se estaba riendo a carcajadas, doblándose sobre sí misma, completamente ignorante (tal vez no tanto, pero a esas alturas ya le daba igual) de las miradas de confusión de los rostros a su alrededor.

     Cometió el error de mirar de nuevo a Bianca y eso solo renovó su ataque de risa hasta que literalmente la puso de rodillas, agarrándose los costados. Se reía tanto que lloraba.

     Lloró, joder.

     Pasaron como cinco o seis minutos antes de que pudiera volver a respirar. Se sentó en el suelo, secándose las lágrimas de los ojos, le sonrió a la incomodada chica que estaba delante de ella.

     — Wow, gracias. Necesitaba eso, de verdad –la nueva se limpió la garganta, visiblemente insegura de ese extraño comportamiento. Bueno, no podía culparla por ello.

     — No veo qué es tan gracioso.

     — Todo esto. En serio –se incorporó, haciendo el paripé de limpiarse los pantalones de polvo antes de volver a prestarle toda su atención. Porque esto iba a ser divertido–. Bueno, Ladybug, contéstame una cosa: si soy tan peligrosa para la sociedad, ¿por qué me confiaste uno de los Miraculous?

     La afectada sonrisa de Bianca se debilitó, sus ojos buscaron a Lila por un segundo, ambas parecían haberse quedado sin demasiadas palabras. Como todos los demás, para el caso. Incluso Alya, cuya boca se abrió ante la revelación. La reportera voló a por su teléfono, deslizándose rápidamente– ¡¿Cuándo?! ¡No había nuevos héroes! ¿Cómo sabemos que no estás mintiendo?

     Oh, genial. Lo estaban haciendo perfecto. Por eso siempre podías confiar en los borregos... Siempre te siguen el rollo.

     — Huh, bueno, entonces supongo que si no puedes creer en mi palabra, sería bastante fácil comprobarlo –su tono fue un poco forzado en las últimas palabras y la reportera tuvo la decencia de parecer pillada por sorpresa–. Siempre puedes preguntarle a Ladybug, aquí mismo.

     — Bueno, yo...

     — O puedes preguntarle a su compañero, puesto que él me vio transformarme.

     La boca de Bianca se cerró de golpe. Todavía era impredecible si Marinette estaba o no marcándose un farol. Es fácil afirmar algo así cuando la única otra persona que puede confirmar o negar los hechos no está presente.

     Este había sido el juego de Lila todo el tiempo, la diferencia es que Marinette no mentía. Pero ninguna de las dos podía arriesgarse, pues ninguna de las dos sabía lo que ella sabía. Y Ladybug definitivamente estaba en esa habitación, pero no era quien todos creían.

     — Le pedí que te diera una oportunidad, porque quería ayudarte. Pensé que ser una heroína podría hacerte mejor persona, ¡pero tú solo seguiste acosándome!

     — E-exacto.

     Ah, con que irían por ahí, ¿hmm? Podía trabajar con eso. Y conociendo lo propensa que era Lila de ser akumatizada, tal vez también podría meterse con Hawkmoth con todo esto. Porque solo era cuestión de tiempo que alguien se convirtiera en el blanco de un Akuma.

     — Qué generoso por tu parte, Lila –dijo con la voz más dulce posible, pero hasta a ella le sonó falso. ¿Cómo podía la italiana hacer esto todo el rato?–. Pero eso no es lo que dijiste en la torre cuando luchamos juntas contra el Akuma.

     — ¡¿Qué pensaste que diría cuando quedó claro no sirves para ser un héroe?! No quería arriesgarme a que te volvieras contra mí.

     — No pensaste que no sirviera cuando les ayudé a salvarse, a ti y a Chat Noir –esta vez pareció más realista cuando se hizo la herida, mirando a otro lado.

     En el proceso, pilló a Adrien mirándola de forma extraña. No sabría cómo llamarlo, pero era diferente a la de todos los otros alumnos. ¿Por qué él parecía mucho más confundido que los demás?

La importancia de comprobar las fuentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora