Hace mucho tiempo atrás existió un humano, era un hombre de buena fe, buscaba cuidar a su pueblo, sus tierras y su futuro. Un hombre que al ver el abismo perdió la cordura, la ambición lo consumió y la locura lo llevo a experimentos inauditos. A tal punto de llamar a un archimago, engañándolo para conseguir su deseo. Liberando un caos de por medio.
En las entrañas de la mazmorra se podía escuchar un lamento, un lamento procedente de la torre en la sala del tesoro; allí estaba encadenado un hombre mayor, este murmuraba sin parar, únicamente paraba al no poder aguantar más el dolor ya que sus grilletes contaban con pinchos.
-Volverá a ocurrir, esos hombres volverán aquí y con así esto podrá terminar - se decía a sí mismo dándose ánimos para continuar el calvario, al recordar cómo Sablon había caído sobre el tesoro - no pasará lo mismo que con el guerrero de las armas con fuego.
Se lamentaba del resultado de aquel entonces, el fracaso y triunfo de la mazmorra al obtener la fuerza mágica de un mago y un brujo, torturando a las almas de los guerreros en repetidas ocasiones. La torre ocultaba la presencia del sujeto, pero este era capaz de ver todo a través de sus paredes.
-En ese entonces yo pude sentir como ese guerrero uso magia desesperadamente, pero no supo dirigirla, yo le ayude protegiendo sus almas en el fuego - confesaba el hombre, pero no era algo satisfactorio - él se aprovechó de esto por tanto tiempo, hasta casi corromperlos. Pude haber hecho algo mejor, pero me deje llevar, perdí mi oportunidad.
El hombre de largo pelo gris vio aparecer una puerta, de ella salieron dos guerreros, ambos tenían en claro su meta, la cima de la torre. El hombre atrapado se emocionó al verlos, gritaba intentando tener su atención, pero era inútil, los muros tomaban sus palabras para si mismos.
-¡No sigan! ¡No! ¡El quiere eso! ¡Sáquenme de aquí! - les suplicaba a sabiendas que era en vano.
Marlon subió sin miramientos, pero Firel no lo hizo, este parecía ver la torre donde estaba el hombre encadenado, aquella alma afligida se ilusionó.
-¿Tu me puedes ver? - pregunto estupefacto.
-¿Quién eres tú? - el mercenario no podía creer verlo allí.
La mazmorra se sacudió, la torre crujió, Marlon se sostuvo de las escalinatas para evitar caer sobre el tesoro, sintiendo como si la estructura respirara profundamente, al exhalar se libero una extraña bruma negra, está cegó al guerrero, quien intento quitársela de encima manoteando pero salía más, sus ojos lloraban al llegar a ellos, aún así siguió adelante a tientas.
-¡Dame a mi hija! - le exigía el guerrero, no estaba dispuesto a dejarla - ¡Tráela conmigo! ¡Entrégala!
-Ven, tómala - sonaba una extraña voz en la cima, esto incitaba al hombre a seguir.
Llegó a la cima tropezando con cada escalón, al no poder ver nada, una persona lo abrazo inesperadamente, está lloraba lo que le hizo pensar que se trataba de Erina, abrazándola.
-¡¿Hija?! ¡Hija! Ya todo está bien, ya todo acabo - la reconfortaba en sus brazos.
Una risa emergió alrededor de estos dos, por instinto la abrazo con fuerza para protegerla, la carcajada burlona sonaba estruendosa, era hostigante, insensible a los sentimientos del guerrero. Inseguro saco su espada con torpeza, sentía como algo los acechaba, el roce en su cuerpo por está cosa, sin dudas se burlaba de Marlon quien agitaban su espada intentando herirlo aún incapaz de verlo, su hija lloraba, era un señal de lo que estaba por venir.
-Calma, se lo que sea yo me encargaré de esto - le decía al oído al ponerse de pie para irse.
Las delicadas manos subieron hasta el cuello de Marlon, esto confundió al hombre pero aquellas manos le oprimieron el cuello, adquiriendo una fuerza anormal, volviéndolo a llevar al piso. Ante esa fuerza libero unas lágrimas, sacando esa cosa negra.
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Hill's Mortem: Requiem For The Flaming Sword
FantasyEl castillo Hill's Mortem a renacido, varios nobles entran en batalla por las prosperas tierras. El Conde Roland planea una astuta jugada, donde usará a tres hombres para asegurarse el castillo, usando la mano de su hermana como recompensa, dando po...