Ernes se incorporo adolorido, se estrello contra una pila de cadáveres, evitando así un daño severo.
—¡Bastardo! Prefirió darme por muerto — humillando por Solomon y su mago, en medio de su lamento vio como Mirán fue decapitado.
La runa cayó a sus pies, llenó de curiosidad estiró su mano para tomarla.
—¡No la toques! — exclamó el adolorido Sam tumbado en el piso.
—¿Qué ha sido lo que pasó? — el mercenario y el mago se miraron preguntándose si debían contar lo ocurrido.
La multitud intentaba pensar en lo que pasó, pero la confusión era grande, ni siquiera sabían si sus señores vivían, la pregunta se esparció por todas las afueras del castillo Esmeralda, dentro de los dañados muros, Eastwood saco un pequeño frasco plateado, era una poción mágica, capaz de curar toda herida y reponer fuerzas.
—No pensé que la usaría — musitó para si mismo, pero antes de beberla vio a Erina llorando.
Su cuerpo era un desastre, sus brazos estaban carbonizados, no quedaba rastro alguno de sangre en ellos, sus torso se vio dañado por el fuego, sus ropas quedaron hechas tirones, su piel tenía ampollas sangrantes, el vapor aún salía de ella, era algo fuerte de ver.
—¡Resiste! — le pidió colocando la cabeza de la guerrera en sus piernas, poniendo la poción en sus labios, antes de bertirlo en sus boca, ella lo detuvo, ladeando su cabeza.
—Usted lo necesita — no podía aceptarlo así como así, se sentía en obligación de serle útil.
—Esto es nada, ahora bébelo — la mujer no tuvo más que aceptar.
Tras tomarlo el cansancio se hizo claro, quedando en un profundo sueño, el Barón deseaba lo mismo, pero era evidente el trabajo que tenía, Solomon de Ardemis estaba asombrado luego de la ilusión tan vivida, ahora no tenía su espada a la mano, Eastwood tomo la espada corta, disponiéndose a matarlo con ella, con cautela avanzó detrás del guerrero, sin embargo su reflejo le advirtió
Gracias a su armadura, Solomon reaccionó a tiempo, detuvo el brazo del enemigo antes de poder dejar caer sin piedad la fatal arma.
—¡Maldito seas Eastwood! ¡Eres tal y como los rumores dictan! ¡Un ser mezquino y bajo! — la ofensa solo enfureció más al Barón, quien le propinó un puñetazo en la quijada, Eastwood perdió la espada en consecuencia.
Con un hilo de sangre en un lado de la boca, el guerrero de Ardemis sonrió.
—Al menos tienes pelotas — se burló luego de quitarse la sangre.
El noble no tenía más fuerza, probablemente había perdido su única oportunidad de vencer a Solomon, frustrado y tan cansado como para no poder levantar los brazos, solo pensaba, el tiempo era importante, su adversario estaba muy deseoso por su cabeza, la presión era inmensa en su cabeza, la muerte parecía venir por él.
Su ser al sentir la inevitable muerte su mente se abrió al mundo, siendo influenciable por fuerzas más allá de su comprensión, en su momento de crisis esbozo una palabra nunca antes dicha u oído.
—Salandra — musitó, el espíritu de Alastor apareció apenas transparente a un lado del Barón.
El guerrero de Ardemis tallo sus ojos intentando averiguar si lo que vio fue real, parando su ataque, la fantasmal imagen desapareció, dejando al hombre con un mal sabor de boca.
—¿Un engaño? — se pregunto irritado, ya fastidiado volvió al ataque, una flecha golpea su hombro.
—¡Suficiente! ¡Suficiente de todo esto Solomon! — vocifero el elfo, se le veía bastante cansado, pero seguía reacio a seguir amenazante con su arco — ¡Largo! ¡No lo repetiré una segunda vez! ¡Pretendo que Emil sea quien acabe contigo, pero..!
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Hill's Mortem: Requiem For The Flaming Sword
FantasíaEl castillo Hill's Mortem a renacido, varios nobles entran en batalla por las prosperas tierras. El Conde Roland planea una astuta jugada, donde usará a tres hombres para asegurarse el castillo, usando la mano de su hermana como recompensa, dando po...