Capítulo dos

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Hermione

8:00 am, Inglaterra.

Se secó el sudor, con una toalla blanca y bebió más agua. Le dirigió una mirada rápida a su contrincante. Oh, por Dios. Era tan guapo. Sus cabellos estaban empapados debido al sudor. El fuerte sol iluminaba aún más sus expresiones masculinas. Y sus ojos... sus ojos brillaban como dos diamantes.

Pero su encanto no se encontraba simplemente en su perfecto físico. También estaba su cortesía inglesa, heredada de su familia.

Harry Potter había sido desde siempre parte del trío de mosqueteros conformado por Hermione Granger y Pansy Parkinson.

El partido de tenis había sido intenso, especialmente por los potentes rayos de sol que esta mañana traía consigo. Pero si ver a Harry, con una camiseta mojada, equivalía a soportar las quemaduras del sol, estaba dispuesta.

En sus veintidos años de existencia, Hermione no podía recordar un día en el que Harry no formara parte de sus pensamientos y de su vida.

Habían compartido todo. Eran vecinos, habían sido compañeros de jardín, de escuela, de colegio y de universidad. Ambos se graduaron de la escuela de leyes, y ahora también tenían en común el trabajo. Trabajaban para uno de los mejores bufetes de abogados en toda Inglaterra.

Tenían dinero debido a que sus familias tenían empresas, pero ambos habían decidido no tomar parte de ellas.

Seguramente todo habría ido a la perfección en el primer año de secundaria, hasta que una chica se interpuso entre ellos. Pansy Parkinson lo había hecho inconscientemente, al entrar en el corazón de Harry. Desde entonces se había formado el catastrófico trío.

Hermione aún sentía el dolor profundo que le había acusado Harry, al confesarle, todo sonrojado a los trece años, que se había enamorado, de ahora, su mejor amiga Pansy. Su corazón se había roto en ese entonces, al tener que callar durante tanto tiempo sus sentimientos.

Sus recuerdos fueron interrumpidos por aquella enigmática y varonil voz que poseía el amor de su vida.

-¡Oye, Hermione! Le gritó desde el otro lado de la cancha de tenis -¿Vamos otro set, o te rindes?- Le había ganado dos sets de tres. Debería conocerla mejor, en su diccionario no existía la palabra 'rendirse'.

Y quizás era por eso que todavía lo seguía a todas partes, como si fuera un cachorro perdido.

Qué patética era su vida.

-¡Ja¡Pronto serás tú el que se rinda!- Le respondió, mientras hacía un saque inesperado, tomándolo por sorpresa.

El shock que se mostró en la cara reveló que aquel tiro de verdad lo había sorprendido.

-¡Eso fue trampa!- Pero no tuvo más tiempo de refutar porque Hermione ya había vuelto a sacar otro brillante tiro.

-Oh, vamos, Harry. No seas tan llorón¿quieres?-

Sus familias siempre habían sido amigas, pero nunca se habían unido en un casamiento con uno de sus miembros.

Por eso, se mantenía las expectativas altas con respecto a que la amistad de ellos se transformara en algo más.

Pero Hermione sabía que eso nunca sucedería. Porque Harry a su vez, vivía enamorado de Pansy, aunque éste tampoco había revelado sus sentimientos. Pansy era muy lista y perspicaz con respecto a los sentimientos de los otros, pero nunca lo era cuándo se trataba de sí misma.

Lo que no sabía Harry, y lo sabía Hermione, era que sus sentimientos eran correspondidos.

Hermione había decidido, que el día en que estuvieran juntos, sería el fin de aquel trío y ella simplemente recogería los pedazos rotos de su corazón y se alejaría de ellos, de una vez por todas.

unidos por un contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora