Draco
7:00 am, París.
-Tienes que solucionar el problema ya, Draco! No me importa de dónde saques el dinero, pero deberás devolver cada centavo que tomaste prestado de nuestra cuenta-
La mañana no había comenzado exactamente como Draco Malfoy lo había planeado. Ahora se encontraba en la oficina de su ahora, furiosa prima, que lo miraba con rabia contenida en sus ojos.
Antares Malfoy no era precisamente la mujer con la que se debía jugar. No al menos del modo descarado que él lo había hecho, durante todos estos meses.
-No tengo el dinero ahora, Antares- Dijo con voz impasible.
Draco era un hombre de muchas cualidades, y aunque su prima no consideraba la ambición entre una de ellas, éste mismo defecto lo había puesto en esta posición.
-Lo digo de nuevo, Draco. No me importa de dónde saques el dinero-
El hombre sentado en el lado opuesto de su escritorio, se levantó de su silla. Antares lo observó llegar hasta el amplio ventanal que su elegante oficina tenía. En otro lado del vidrio, La hermosa ciudad de París se levantaba en todo su esplendor al ser tan sólo las siete de la mañana. El sol comenzaba a alzarse en el lado más extremo del cielo justo detrás de la torre Eiffel y Draco pareció sumirse en un profundo análisis de su situación.
Era un hombre extremadamente apuesto, codiciado por las mujeres por su fortuna, su elegancia y sofisticación. Y aunque aquellos eran los primeros motivos por los cuáles las mujeres se acercaban, después se percataban de que tras aquella cara apuesta también se hallaban un conjunto de sesos. Y era por eso que se encontraban en problemas. Ninguna mujer le había dicho que no a Draco Malfoy. Todo tipo de mujeres había atravesado por la cama de su primo y ningúna tenía nada qué refutar. Casadas, solteras, divorciadas habían disfrutado del encanto del hombre, no más que una noche. Todas habían caído, todas, excepto una.
Pero esto era llevarlo al extremo.
Había invertido parte del capital de una de las empresas de la familia, su empresa, en un conjunto de acciones, que habían perdido su completo valor en la bolsa, al ser un negocio nuevo en el mercado. Un negocio que no tendría futuro. Cabía decir que era el negocio de la mujer que lo había rechazado.
Antares suspiró
-Draco, de verdad no entiendo por qué compraste aquellas acciones, digo, si quieres a una mujer siempre la puedes encontrar en...-
Draco gruñó mientras la interrumpía
-Ya basta de sermones. Eso es todo lo que he escuchado desde que puse un pie en esta ciudad-
-Entonces tendrás que pagar aquel dinero de tú propio bolsillo. Y según tú cuenta personal aún te hace falta un millón de dólares...- Dijo después de revisar los papeles de una carpeta.
Draco no podía creer el descaro de su prima.
-¿Revisaste mi cuenta?¿Cómo puedes haber hecho eso, Antares?- Exclamó furioso.
-Oh, vamos, Draco. No es como si fuera la primera vez...- Y para salvarse de un nuevo ataque de su prima, dijo -Además, está vez tengo una justificación-
Era cierto que Antares estába encargada de todo lo que tuviera que ver con Draco. Era casi un hermano para ella, puesto que se había criado con su familia, al quedar sin ningún familiar, después de aquel accidente aéreo, que había cobrado las vidas tanto como del padre, de la madre y las hermanas de Draco, catorce años atrás.
Toda la herencia que sus padres le habían dejado, había sido administrada por los padres de Antares, hasta que Draco se convirtiera en un adulto. Ese dinero estaba intacto, aún cuándo Draco hace tres años que había cumplido la mayoría de edad por que otro requisito para que se hiciera efectivo el testamento, era casarse.
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unidos por un contrato
RomanceDraco Malfoy, sexy, egoísta y un completo mujeriego, no conocía el significado de los sentimientos y mucho menos el del amor. Su mundo se basaba únicamente en tres simples cosas: Dinero, mujeres y sexo. Según él su vida era perfecta, aunque su único...