Día 2: Musical Au

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Había muy pocas cosas que Jiang Cheng amaba con pasión:

Su familia.

Los perros.

Y el Idol Nie Huaisang. Sin embargo este último fue el que asombraba a cualquiera la primera vez que se enteraba.

Porque si, su habitación estaba lleno de posters de él y su mesada era gastada en solo una cosa: Merchandising.

Llaveros, pins, peluches, mochilas y cualquier cosa que vendiesen sobre Nie Huaisang sería comprada por él.

Literalmente hubo una vez que pasó un mes viviendo de lo que a sus compañeros les sobraba del almuerzo, para poder comprar el disco original.

Era poco saludable sí, pero era un adolescente de dieciséis años sin muchas posibilidades de ganar dinero que no sea con la mesado de sus padres.

Su hermano siempre se le reía, cuando gritaba para que dejasen el canal donde le estaban llevando a cabo una entrevista al Idol. Pero no era su culpa volverse tan fanático, la razón por la que en un principio le empezó a gustar su música fueron las letras.

Amor propio, positivismo, el trabajador duro para conseguir tus sueños e igualdad eran algunos de los tantos temas que trataba en sus canciones. Y para Jiang Cheng el escuchar que estaba bien no ser el primero en todo, que cada uno tenía algo que lo hacía importante, fue como un bálsamo para todas las inseguridades que por tanto tiempo había tenido.

Cuando cumplió dieciocho años, empezó a estudiar en la Universidad fotografía, al mismo tiempo que trabajaba en la cocina en un pequeño restaurante —le había tomado un buen tiempo que el chef lo aceptara, pero antes muerto que trabajar en la atención al cliente.

Su vida era extremadamente tranquila, con una rutina fija y sin grandes complicaciones. El problema era que con el pasar de los meses, todo se volvía más monótono y aburrido. Su único consuelo eran los momentos en que tenía algún fin de semana libre para recorrer la ciudad y sacar fotos.

Solía sacarle fotos a lugares, objetos o paisajes. Más nunca se había animado a fotografiar una persona, a no ser que un profesor de la Universidad lo mandara como trabajo. Y siempre utilizaba a su JieJie o a Wei WuXian.

El ir por ahí y preguntarle a un extraño si podía sacarle fotos era extremadamente vergonzoso y fuera de sus límites.

La parte de editar no estaba entre sus partes favoritas, pero mientras tuviera a Nie Huaisang cantando de fondo todo era más llevadero.

Y cuando se enteró que daría un concierto en la ciudad casi se infarta en el sillón de su casa.

Casi porque jamás podría morir sin ir antes a aquel concierto.

El problema fue el dinero. Las entrada eran carísimas —teniendo en cuenta quién era no se extrañaba ni quejaba—, Nie Huaisang debía ser altamente recompensado por su trabajo.

Más cuando un treinta por ciento del dinero de los conciertos se iba para una organización benéfica que buscaba proteger a los osos pandas en peligro de extinción. La primera vez que el Idol declaró aquello, el fandom decidió que esos animales gordos de color blanco y negro serían el animal con que lo identificarían.

Por supuesto que WanYin tenía un mínimo de tres peluches de osos pandas en su habitación —también dormía abrazado a uno, pero ese era un secreto.

Viendo que con su sueldo jamás alcanzaría el dinero para la entrada, no le quedó más opción que trabajar horas extras en los que más odiaba: fiestas.

Ruidosas, salvajes e incoherentes.

En las infantiles los niños vivían gritando y corriendo para todos lados, llegando a pisar sin cuidado por lo menos tres veces cada uno de sus zapatos.

Tu y Yo, Dos en un MillónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora