Paso Dos: Ponga La Tetera

2.3K 228 170
                                    

Edward marchó por el pasillo vacío con emoción hirviendo su sangre noble y pura. Casi podía escuchar la pequeña caja azul susurrándole todos sus secretos, sin embargo, estaba en un idioma diferente o simplemente se estaba haciendo viejo, pero no podía entender exactamente lo que le estaba diciendo. Por eso se dirigía hacia una puerta negra con ventanas blancas y brumosas que no permitían que nadie viera a través de ella. Sospechaba, y esperaba, que había otros hechizos y encantamientos que impedían cualquier forma de espionaje, después de todo, esta era la oficina de El Espía. Esperaba que el legendario Severus Snape protegiera su negocio en todos los sentidos.

Actualmente estaba en el undécimo piso un viernes por la tarde sorprendentemente soleado, lo que hacía que el corredor fuera brillante y casi alegre. No podía imaginar al hombre elegir voluntariamente esta oficina bien iluminada como la suya, pero el simple nombre grabado en la puerta que decía "Severus Snape" demostraba que Edward estaba en el lugar correcto.

Se miró en el espejo unos pasos antes de la puerta, un hábito que había adquirido en su juventud en el ventoso Chicago. Londres había estado calmado hoy, sin embargo, un par de hebras ya se habían caído del moño* en la parte posterior de su cabeza. Su cabello castaño claro parecía casi rubio en el brillante pasillo, pero no le importó. Contrariamente a las creencias comunes, no le importaba su aspecto, pero desafortunadamente, a sus socios comerciales habituales sí. Esperaba que el Sr. Snape fuera un trato diferente, pero de nuevo, estaba en Inglaterra, hogar de Westmancotts y Oxfords.

Al menos ninguno de ellos llevaría una túnica, gracias a Dios.

Justo cuando apretó su mano para tocar la puerta de cerezo negro, se abrió.

—Llega tarde, señor Flannigan. Entre, por favor—.

La voz profunda que lo hizo temblar como las tumbas embrujadas de Egipto, no vino desde detrás de la puerta sino desde el otro lado de la oficina. La habitación era espaciosa y no simplemente luminosa: solo había dos paredes, el resto eran ventanas. Todo era blanco y negro, incluso el dueño del negocio. Solo las plantas verdes le dieron algo de color a este buró monocromático.

Snape rodeó su escritorio, también negro, y le ofreció una mano a Edward, quien la aceptó, evaluando al hombre frente a él.

El hombre era más viejo ahora de cómo lo recordaba de los artículos de Crónicas de Hechiceros, pero tenía que admitir que durante la guerra había jugado un papel tan importante en lo que sucedió hace diez años. Los rasgos afilados de Snape no habían cambiado ninguno, o tal vez se habían vuelto aún más nítidos, era difícil decirlo. El hombre ya no parecía atormentado, ni moribundo, sin embargo, Edward tuvo que admitir que todavía tenía un leve recuerdo del oscuro pasado en sus rasgos. Sus ojos era oscuros, uno diría negros, pero Edward solo vio la evaluación en ellos. Estaba siendo juzgado de la misma manera que juzgaba a Snape. Severus Snape se veía definitivamente diferente en la vida real que en las fotos. Y, sin embargo, incluso las fotografías más recientes no podían capturar esa mirada intimidante que estaba recibiendo ahora.

—Siéntese, por favor—Ofreció el Sr. Snape solo un momento después. Edward se quedó de pie y caminó por la oficina curioso, sin embargo no había nada que ver. Ni una fotografía en el escritorio, ni artefactos de casos anteriores, ni siquiera una pintura en la pared. Solo plantas verdes y muebles monocromáticos. Qué aburrido, pensó para sí mismo.

Decidió apoyarse contra la ventana, siendo Edward la persona a la que no le gustaba que le dijeran qué hacer.

A Snape no le gustaba la insubordinación, eso estaba claro. Edward captó su pequeño giro de ojos cuando el hombre se sentó en su silla, juntando las yemas de los dedos, esperando. Intentó parecer paciente, pero Edward sabía que Snape se estaba muriendo por saber por qué estaba allí.

A Cup Of Tea - Lizzy0305Donde viven las historias. Descúbrelo ahora