Capítulo 9

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El paso del tiempo hacía que las heridas desaparecieran, podía respirar con libertad. Me sentía feliz y con una energía enorme, estaba preparada para conquistar el mundo.

La ilusión crecía día tras día dentro de mí, empecé a ser más participativa en las clases. Me iba retando día tras día, incluso empecé a hablar más con los chicos.

Las asignaturas que me costaban, dejaron de costarme tanto. Nuevas actividades, nuevas amistades, nuevos ciclos y despedidas.

La vida me empezaba a sonreír, veía que mucha gente quería conocerme. Empecé, a mostrarme tal y como era sin complejos, encontré, a personas que compartían mis gustos. Teníamos diferentes opiniones, pero nos respetábamos y pasábamos buenos ratos.

Desde la segunda fila día tras día observaba a uno de los gemelos rubios. Siempre prestaba atención para enterarme de su nombre, y cuándo al fin supe cómo se llamaban. Un día, aprovechando que los tres teníamos que sentarnos juntos, por los apellidos. En la última fila, le pregunté al que estaba a mi lado si había tarea de la asignatura, qué no estaba segura.

Se trataba del chico de las sudaderas, más reservado que su hermano. Empecé, a diferenciarlos, además de por el nombre, porque ambos llevaban gafas para ver, distintas.

Él las tenía grises y su hermano rojas.

Fue muy simpático, siempre que me hablaba, veía una sonrisa asomarse. Era tan tierno, a pesar de que estaba nerviosa, no sé, cómo logré hablarle sin que temblase la voz. Cada latido de mi corazón iba a mil por segundo.

Era más el miedo a hablarle, que hablarle en sí. Y lo vencí, a pesar de que me daba vergüenza hablarle. Pero, dejé todo eso atrás y conseguí hablar más con los chicos, desde entonces.

Por otro lado, compartía con una de las amigas que hice, que ambas escribíamos y nos enseñábamos, nuestros escritos. Conectamos desde el minuto cero, de una manera impresionante.

Tan solo una semana, y ya formaba parte de un grupo de amigos, que fue aumentando al cabo de un mes.

Y aquellos chicos en los que me fije empezaron a integrarse al grupo. Muchas veces, me llevaba un libro para leer a los recreos y observaba a los demás.

Estar acompañada ya era bastante agradable para mí. En comparación con los otros años, estaba más feliz.

Y solo me entraban ganas de hacerle ver a todos lo que me lastimaron, lo extremadamente feliz que estaba sintiéndome.

Lluvia De Cristal © ✔ [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora