•XI•

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Caminaba con duda pero a la vez decidida, lo que le había dado Lucas era como si se tratase de una tarjeta VIP.

Al llegar al frente del bar, la vista hacia el le cayó como un balde de agua fría, los recuerdos cayeron sobre ella de manera que sus manos se abrazaron a su cuerpo.

-Vamos Elizabeth, da la vuelta y olvida el dinero. Vuelve a tu casa, vuelve hasta donde están tus padres.

Se hablaba a ella misma ¿tenía el valor de huir y dejar sus deudas? ¿tendría la valentía de volver hacia la casa de tus padres? Sí. Definitivamente la tenía. Aunque tuviese que dar mil explicaciones, aunque pasara vergüenza frente a su familia ella necesitaba volver, si no conseguía el empleo claro está.

-Nunca pensé volverte a ver.

Su voz hizo que el cuerpo de Elizabeth temblara, y que un escalofrío subiera por su espina dorsal. La chica se negaba a voltear, el bar le traía recuerdos horribles y el chico que estaba detrás de ella muchísimo más.

-¿No piensas voltear, Elizabeth?

-¿Que quieres? -No sabía su nombre, pero su voz la reconocía. Esa voz.

El cuerpo de ella volteó encontrado así al rubio. Él, él fue uno de los hombres que la golpeó bajo orden de Connie.

-No sé cómo me atreví a golpearte. Eres una chica demasiado atractiva.

-Por favor, aléjate de mí -La voz de ella se había escuchado suplicante ¿podrías dejar de ser sumisa una vez, Elizabeth? No, definitivamente ella no estaba dispuesta a ello.

Una sonrisa se dibujó en los labios de aquel chico. El cuerpo de él se acercó hasta el de ella y en el acto él miró sus ojos-: Soy Mathew.

Los ojos de la chica vieron su rostro al igual que el camino, pensó que tal vez si se fuera hasta su departamento él la podría seguir y ella no quería tener a otro hombre tras ella, suficiente tenía con él. Con el rey.

-Yo soy Elizabeth aunque al parecer eso ya lo sabes, ahora tengo que irme... Adiós.

Sus palabras salieron bajas y dulces ¿ella no sabía hablar mal acaso?

Al parecer los modales que la madre le había inculcado iban a durar por años, aunque su madre no la enseñó a ser una sumisa ¿por qué eres así? Se quiso preguntar, pero no lo hizo. Ya se sabía la respuesta.

Le dió la espalda a Mathew y caminó hasta el bar, esto le traía malos recuerdos, pero no podía detenerse por ello.

Los ojos de la chica se dirigieron hasta la puerta la cual estaba dividida en dos, le gustó el estilo y una sonrisa se dibujó suave sobre los labios de la chica. Empujó la puerta viendo en lleno el lugar.

«Joder esto es gigante» pensó. Ella no recordaba el lugar así, aunque la noche en la que fue el lugar estaba lleno de gente, eso podría explicar la cantidad.

-Estamos cerrados, hermosa.

La voz de un chico hizo que se pusiera a buscar de donde provenía. Al darse cuenta de dónde era una sonrisa se deslizó por sus labios, un chico alto aunque no tanto estaba de pie viendo hasta donde ella estaba, este tenía el pelo corto y su piel morena lo hacía ver más sensual.

-Yo... Vengo... Mmhm -Una carcajada salió de los labios de aquel chico caminando hacia ella.

-Soy Jonathan, habla sin vergüenza. No te comeré.

Un sonrojo adornó las mejillas de la chica y esta le sonrió al chico.

-Vine a buscar trabajo.

No me sueltes.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora