Pergamino 8

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—Rumiko.

El albino susurra y mueve ligeramente mi brazo.

—Despierta Rumiko.

Me besa la mejilla y eso es suficiente para que esté alerta.

— Sabía que con eso tendrías.

Me sonríe satisfecho por lograr despertarme, es muy temprano y el sol apenas está saliendo.

— ¿Qué pasa?.

— Levantate, te tengo una sorpresa.

Lo sabía, va a matarme. Me levanto mientras intento quitarme la pereza de encima, él toma mi cara entre sus manos.

—¿Sigues dormida?.

Se ríe mientras me acaricia, es la primera vez que lo escucho reír, es más si alguien me hubiera dicho que él tenía ésa capacidad lo hubiera tildado de loco.

— No, es sólo que tengo que acostumbrarme a la luz.

Me ayuda a levantarme, a veces de verdad me pregunto si no estará mal de la cabeza, un momento me trata como si no fuera nada y al siguiente como una muñeca.

Termino de cambiarme y prácticamente me arrastra afuera de la casa, vamos por el jardín cuando veo una estructura cubierta de vidrio.

Desde hace días había visto que lo estaban construyendo pero no sabía que era, siempre estaba tapado y todo se llevaba en el más absoluto de los secretos.

—¿Un invernadero?.

— Es tuyo, lo mandé a construir especialmente para ti.

Lo volteo a ver buscando alguna pista de burla o de mentira pero no encuentro nada, ¿de verdad es mío?.

—¿Quieres verlo?.

Asiento entusiasmada, nadie me había hecho un regalo como éste nunca. Un regalo que iba de acuerdo a mis gustos y a mis habilidades.

—Lo he equipado con las plantas del jardín, con las de los pergaminos y algunas otras que yo conocía, de ésa forma cada vez que quieras alguna no tendrás que ir tan lejos para encontrarla.

Todo está ordenado y la variedad de plantas es impresionante, paso emocionada para recorrer el lugar. Es amplio y cada lugar tiene su espacio adecuado, además agregó un pequeño cuarto para que yo pudiera descansar en el.

— Es precioso, muchas gracias.

Sigo saltando en mi lugar, él se ha quedado en la entrada como esperando a que yo lo invite a pasar, acción que refuerza que éste lugar es mío.

Le hago una seña para que pase, yo sigo llendo de aquí para allá para ver qué y qué tiene, hay pergaminos con información y otros en blanco para que yo pueda hacer anotaciones en ellos.

Decir que estoy feliz es poco, podría explotar de alegría. Él se queda parado viéndome explorar el lugar, por primera vez no me incómoda su presencia en absoluto.

                                  🌸

— Wow esto es hermoso Rumiko-sensei.

Kenji y Suzuë van corriendo para explorar el invernadero, Mito y ellos vinieron a curiosearlo en cuanto se dieron cuenta de su presencia. Claro que mi primera invitada fue Miki, no me di cuenta ni en qué momento la ardilla paso y se sentó en la mesa.

— Tobirama no escatimó en nada, ¿ves esa planta? Viene desde el desierto.

Mito también está embelesada con el invernadero, se ha pasado checando todo lo que hay en el.

La Primera ViajeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora