Pergamino 1

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La vida da muchas vueltas, pero nunca esperé que me pondrían desde el principio de la partida. Nací, crecí, morí y volví a nacer, maldije mi suerte durante los primeros años.

Hubo un punto en el que pensé que me había vuelto loca, después de presenciar como la gente escupía fuego o levantaba grandes murallas de roca de la nada. Todo parecía sacado de un libro de aventuras, pero ahora yo era parte de el.

Vivo en Clanes como los escoceses y en un lugar tan bello como los bosques de Noruega, no termino de comprender cómo acabe en éste sitio. Todo es tan diferente, la única cosa que tienen en común ambos sitios son las guerras.

No sé porqué nos peleamos por territorio o dominio si hay suficiente para todos, no alcanzo a comprender porque el afán de obtener más poder.

Las guerras siempre son crueles y nunca se gana nada realmente, en éste lugar a lo mucho se llega a cumplir los 30 años, incluso llevan a los niños a luchar.

Soy la segunda hija de un importante general del Clan, tengo cinco y ya están planeando llevarme al campo de batalla, les da lo mismo si soy buena o no en el combate, de algo he de servir incluso si es para distracción.

Tengo una hermana mayor, me gana con seis años y es mejor que yo en pelea. No me gusta herir a los demás, prefiero curarlos pero ése tipo de arte lo encuentran inútil para un niño. Prefieren enseñar a los jóvenes o a los ancianos.

Sin embargo no quiero cometer los mismos errores, no me interesa si me descubren así que robé un pergamino con conocimientos médicos. Es difícil ser autodidacta pero de algo me servirá.

No hablo mucho, prefiero observar desde una esquina. Los que serían mis padres se la pasan más ocupados pensando en la guerra que en sus hijas, Issey ha tomado más el papel de madre que de hermana, ella me entrena, me alimenta y me escucha, pero a diferencia mía a ella le interesa el combate.

De vez en cuando salgo sigilosamente de la casa para leer pergaminos, voy al bosque no muy alejado del límite del Clan. Me siento en la copa de los árboles, por si algún enemigo se acerca.

Aún me sorprende la cantidad de habilidades que tiene esta gente, mirando al cielo me pregunto si algún día ellos encontraran la forma de volar.

Desdoblo el pergamino y comienzo a leer, toco mi cuerpo ubicando los puntos de energía que señalan o los órganos que se encuentran en ése lugar.

— ¿Eres médico?.

Me sobresalto por la interrupción y de mi bolsillo extraigo el kunai que Issey me regaló, cuando volteo un niño no mucho mayor que yo está blanco de la impresión. Sus ojos son oscuros y su cabello es bicolor.

Bajo la guardia al ver lo asustado que está, al menos no era un adulto. No lo he visto por el campamento y su ropa no es parecida a la que utilizan los Uchiha.

— Estoy aprendiendo— digo para calmarlo.

— ¿Me podrías ayudar?, hay una ardilla herida a unos cinco árboles de distancia y no sé cómo curarla.

Lo dice tan rápido que tardo en entenderlo, sus cinco árboles de distancia son un abismo para mí, a esa distancia yo habré salido de los límites y si me matan o me ponen una trampa bien merecido lo tendré por ingenua.

— Yo debo de regresar con mi hermana.

Recojo mis cosas para echar a correr, no tardarán en venir quien sea que acompañe a éste chico.

— Por favor, es que enserio está muy mal y yo no sé qué hacer.

El chico comienza a llorar y su tono suena de verdad desesperado. Mi sentido común me grita mentira pero mi corazón no me deja irme sin más.

La Primera ViajeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora