El jardín del castillo

349 38 0
                                    

El día era radiante y soleado. La alumnas charlaban ruidosas. Era difícil encontrar un lugar para estar solo; los jardines eran de los únicos solitarios del castillo.
Unas pisadas se escucharon al borde de los terrenos. Una chica de cabello rubio pálido cubierto de flores salto asustada al entrar.
—Lo siento, lo siento, solo buscaba un lugar para pensar.
La chica puso una mano en su pecho calmandose.
—Descuida. El jardín suele estar vacío, solo me sorprendiste.
Un incómodo silencio apareció. Ambas juguetearon incómodas.
—Y ¿Porque no estas con las demás?
—Yo... no les agrado mucho.
Un silencio diferente apareció. Escucharon las familias de pájaros cantar con pena en lugar de incomodidad.
—No creo que sea verdad.—se miraron a los ojos—Soy Perfuma.
Extendió las manos ofreciendo la maceta que sostenía.
—Scorpia.
Tomó la flor entre su pinsas. Alzó la vista confundida. Perfuma sonreía llena de amabilidad.
—Me ocupo de las flores, a veces uso magia pero también uso jardineria normal. Puedes venir cuando quieras y también puedes ayudar si tu quieres.
Una sensación de calor la invadió y sostuvo con firmeza la flor contra su pecho. Por primera vez desde que fue transferida se sintió aceptada, no por las criaturas, si no por las brujas, por los humano. Eso significaba todo.

Corto las hojas del tallo de una rosa con sus pinzas y la colocó dentro del cesto entre ella y Perfuma.
—Huelen delicioso.
Perfuma rió y acercó un brote blanco a su nariz.
—Crecieron hermosas gracias a ti.
Scorpia sonrió avergonzada. Los halagos no eran algo recibiera a menudo.
—Solo hice lo que me enseñaste— su lengua tropezó al hablar.
El sudor resbalo por su frente pegando su corto cabello blanco a sus mejilla. Sintió una suave presión en la cabeza y una sombra cubrió su rostro. Miró el sombrero de paja en su cabeza. Contuvo la respiración. El viento, el sol, las aves, las abejas y los arroyos se detuvieron al ver a Perfuma sonreir.
Volvió a las flores con el color del sol más vivo en sus mejilla.

Espero frente al lago dando vueltas ansiosa balbuceando palabras sin orden ni coherencia aumentando los avergonzados latidos de su corazón. Tomó un bocanada de aire y exhalo tratando de bajar el incesante calor que la sofocaba.
Era una mujer nerviosa, le costaba encajar y se deprimía con facilidad. Difícilmente conseguía algo bueno en su vida y tal vez estaba a punto de arruinarlo pero sus sentimientos crecieron desmesurados entorpeciendola. Bien valía arruinarlo ahora que en el futuro. Y prefería hacerlo ahora... así tal vez tendría tiempo para arreglarlo.
La hierba húmeda crujió tras ella. Dio la vuelta y espero con las manos ocultas tras de ella, y los labios en una tensa línea recta. Los grillos y las ranas cantaron a sus espaldas. Perfuma apareció más brillante que las luciérnagas, su cabellera resplandeció más hermosa que la luna, y su corazón desenfrenado paro al instante en que su silueta iluminó la pradera.
Aumentó la tensión en sus pinzas sin rasgar el tallo de la flor que escondía entre ellas. El tallo de una flor rosada. La flor que le entregó al conocerse. Su flor de esperanza.
Tal vez el destino le sonreía esa noche, en ese momento, en esta vida, solo sabía que lo intentaría, una vez más tendría esperanza.

Sombra de media noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora