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Chad:

—¿Alguna vez has montado a caballo?. —Me pregunta ella cuando ya estamos despiertos, juntos y en un nuevo día.

—De donde vengo no hay caballos.

—Bueno, aquí hay. Por si te interesa.

Nunca me he subido a uno, pero ella..

—¿Es una cita?

En lugar de responder, Daysi se mueve sobre las sabanas y me besa, un delicado beso que hace cerrar mis ojos.

—Si..





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Tome ropa prestada de Stevan y fui a cabalgar con Daysi, aunque el terror de no haber montado ningún caballo seguía ahí.

—Mario, Chad, Chad, Mario. —Nos presenta ella, a un hombre del cual parece ser muy amiga. —Mario es el dueño de los caballos.

Le ofresco la mano y el me devuelve el apretón.

—Ustedes...

Nuestro apretón se termina.

—Somos amigos. —Responde Mario. —En realidad todos en Santa Elena somos unidos.

¿Unidos?

Daysi sonríe.

—¿Tendrás dos caballos?

—Para ti, por su puesto, cariño.

¿Cariño?

—Acompáñenme. —Nos pide y a la distancia noto los establos.

Ingresamos a ellos y el olor nauseabundo de las heces y la orina de caballo me llega a la nariz, aunque más es su olor en particular.

—¿Chico de ciudad, no es así?

Daysi se vuelve hacia él. —Que no te engañe, es buena persona.

El tal Mario me observa. —Si tú lo dices debe ser cierto, pero de igual forma espero que no dañes a mi Daysi.

Trago el nudo en mi garganta.

—Bien, chico de ciudad.. ¿Elegirás un caballo o yo lo elijo por ti?

—No hace falta que lo elijas por mí. —Espeto.



12 meses para decir adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora