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Daysi:

¿Me harías el honor de ser mi esposa?

—Quiero que sepas que ya tenía listo el anillo desde antes de que mi padre viniera aquí.
Yo sonrio despacio.

—Y que quiero casarme contigo porque eres la mujer que tiene mi corazón. —Pronuncia . —Esa es la única razón.

Dejo que las lágrimas me nublan la vista.

Estoy muy feliz.

—¿Qué me dices?

Asiento toda llorosa y los ojos de Chad se iluminan.

—Si. Si y si.

—Daysi...

—Quiero casarme contigo, Chad. Quiero casarme porque eres el hombre que amo.

El me abraza, me abraza y me levanta, me aferro a sus brazos y ríe, nublados en la felicidad nos besamos entre risas y sonrisas .

—¿Puedo?. —Pregunta mostrándome el anillo otra vez.

Asiento con la cabeza.

Extiendo mi mano y las suyas toman la mía, desliza el anillo en mi dedo y nos besamos otra vez en nuestra propia burbuja de alegría.




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Tal vez mis planes por la boda me habían dado la fuerza que necesitaba, porque comencé a responder al tratamiento poco a poco.

Es cierto que me sentía cansada en ocasiones, pero me sentía más emocionada por planear mi boda con Chad.

Me dieron permiso de salir ese fin de semana y aunque deseaba empezar el fin de semana con el, realmente estaba feliz en el lugar donde estaba con mi tía y mamá.

—¿Cómo me veo?. —Le pregunto a ambas. 

Tía Margo me observa sorprendida y mamá mira de reojo, aún le cuesta aceptar esto, a pesar de que le dijimos en persona y juntos que nos pasaríamos.

Bajo las manos a mi vientre y sigo bajando hasta el largo del vestido de novia.

No es ajustado ni muy abierto, solo tiene descubierto un poco los pechos y la espalda, que mi cabello terminaría ocultando al final de haberlo tenido.

—Te ves preciosa, Daysi. —Me dice Tía Margo.

Pongo los ojos en mamá, ahora ella está observándome.

—Si, es como dice ella, te ves muy hermosa.

Sonrio y me río cuando tía Margo le da un pequeño golpe a mamá en el brazo, las escucho discutir y yo me giro al espejo que esta detrás de mi y donde esperaba verme después de oír sus opiniones.

—Se ve muy bien, señorita. —Me dice la chica que me ayudó a probarme el vestido.

Le doy una sonrisa débil y me observo en el espejo mientras bajo las manos y la ubico en mi cintura.

Mi sonrisa es débil y termina por borrarse cuando después de observar el hermoso vestido, mi mirada termina en mi rostro, en el turbante color crema que cubre mi enfermedad.

Un nudo aparece en mi garganta y el corazón se me acelera.

—¿Daysi?

Parpadeo al oírlas llamarme.

Me vuelvo hacia ellas . —Voy a cambiarme.

No espero sus respuestas y regreso a los probadores.




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Doy vueltas en la habitación y la piel comienza a arderme, me quito el vestido lo más rápido que puedo y mientras cada prenda sale de mi cuerpo y al final quedo en ropa interior, termino por caer al suelo de rodillas.

Quiero gritar.

Quiero gritar con todas mis fuerzas.

Y quiero quitarme este dolor.

Sollozo mientras las lágrimas caen por mis mejillas.

¿Por qué?

¿Por qué me pasa esto a mi?

¿Por qué?

Ahí en el suelo, rodeo mi cuerpo con mis brazos y comienzo a llorar.

Me derrumbo sola en esa habitación mientras el vestido que sería de mi boda está junto a mi, en el suelo.

Quiero una vida completa con Chad.

Quiero casarme con el.

Quiero que tengamos a nuestros hijos.

Y quiero envejecer a su lado.

Chad...

Yo...

No quiero morir...

Mi voz se rompe y aunque limpio las lágrimas, estas no dejan de caer.

No quiero morir.. no quiero morir.. no quiero morir. —Sollozo. —No quiero morir. Yo no quiero morir.

Me cubro la boca con mi palma y me rompo.

No quiero morir.

12 meses para decir adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora