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Chad:

Mi respiración se agita y solo cojo aire para continuar, nos dejó caer juntos sobre la cama, el colchón se hunde con nuestro peso y aunque este en completamente oscuro, espero a que mi vista se vaya aclarando hasta tener la imagen perfecta de la única mujer que he amado.

Ahí está.

Mi Daysi.

Tocando mi rostro con sus dedos, llevando ese tacto a mi labio inferior y acariciándome con una delicadez igual a la que ella trasmite.

Le muestro una de mis tantas sonrisas y estoy seguro que ya puede diferenciar mi rostro en esta temple oscuridad, empiezo con los botones, deshaciéndome uno por uno hasta dejar su lindos pechos al descubierto en ese apretado sujetador, beso su cuello, bajo por su abdomen y ella gime regocijándose por el deseo.

Su cuerpo responde a mi tacto como siempre lo hace, arquea la espalda y mis manos siguen su curso, se deslizan por su cadera, se detienen en sus muslos y le ayudo a quitarle loa pantalones, así como a su vez mis labios saborean de su abdomen, aparto la boca y colocando cada mano en cada extremo, me deshago también de las bragas.

Separo sus piernas con una mano en cada muslo y mi boca llega a su entrepierna, mi cabeza se hunde, ella vuelve a arquearse ante el contacto y sus dedo van directo a mi cabeza, siento el momento en que se hunden las uñas.

—Chad...

Lamo de su interior, estimulo muy bien su centro y la hago disfrutar como a ella le gusta, los delicados dedos de Daysi acariciándome el lóbulo de la oreja y nuevamente sus uñas hundiéndose en mi cuero cabelludo.

La vuelvo loca separando un poco más esas delgadas piernas y le levanto la cadera para acceder más en busca de otorgarle mucho más placer del que ya le doy.

—Dios mio...—Se ve muy hermosa disfrutando de mis lamidas, sus manos arrugan las sabana y su boca se vuelve una O increíble. —Dios... Chad... Chad.

Ya tengo lista mi erección, me duelen las jodidas pelotas y no espero demasiado, luego de desvestirme y terminar por quitar esas prendas de su interior, voy a hundirme en su interior, no antes de quitar ese turbante de su cabeza.

—No.. —Me detiene.

La observo sorprendido.

—No quiero que me veas así.

—Daysi..

Esta dudosa de cómo vaya a reaccionar, pero ya se lo he dicho, lo hermosa que se ve.

—Eres preciosa. —Le recuerdo.

—No es eso, Chad.. —Me asegura y niega. —No quiero que al verme recuerdes que estoy enferma. No quiero que pienses en eso mientras hacemos el amor.

El corazón se me acelera, examino sus palabras y a ella misma, lo que hago es ir despacio y llevar mi mano hacia su cabeza, cojo el turbante aun cuando ella está asustada y le quito de su cabeza.

—Lo que yo veo no es la enfermedad, Daysi. —Le digo, sus ojos vuelven a lagrimear. —Veo una mujer fuerte que lucha contra esto todos los días.

Esas lágrimas se deslizan por sus mejillas.

—Veo una mujer valiente, una mujer que me inspira y una mujer a la que amo.

Aprieta los labios y yo sonrio.

—No lo ocultes de mí, es quien eres, mi amor, mi valiente Daysi Hudson.

Chad...

Le cojo del rostro y vuelvo a besarla, la hago sentarse sobre mí y me hundo en ella.

—Te amo, Daysi...

Ella asiente con la cabeza y todavía siento el sabor salado de sus lágrimas mezclarse con el beso.

—Yo también te amo, Chad.


12 meses para decir adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora