17

5.4K 581 13
                                        

Daysi:

Debí haber declinado su oferta cuando me invito a tomar algo.

Debí haberlo hecho, habría sido mejor eso y luego dar media vuelta para marcharme, pero hice todo lo contrario.

Aun sabiendo que la pregunta vendría en cualquier momento, yo deseaba estar aquí, con él.

—¿Por qué fuiste al hospital?.—Me pregunta señalando el sobre que llevo conmigo.

Bajo la mirada al ponerla sobre él y la vuelvo a subir a su rostro, Chad está esperando una respuesta, una clara.

¿Qué puedo decirle? En un momento como este, mientras tomamos café en una de las tantas cafeterías de la ciudad.

—Exámenes de mi madre.—Miento.

Sus ojos se abren.—¿Ella está bien?

—Sí, lo está.

La mirada de Chad baja y sonríe.—Ella debe odiarme mucho ¿No?

—Ella no sabe quién eres.

Los ojos de Chad se abren confundidos.—¿No se lo has dicho?

Niego.—Yo soy la única que lo sé.

—¿Por qué?

Trago saliva y miro sus ojos.—Leí tu carta.

Él se tensa.

—Las máquinas de construcción se fueron al día siguiente.—Pronuncio recordándolo.—La celebración que hizo el pueblo por Santa Elena duro días.

—¿Más que el festival de frutas?

Me rio.—Si, más que eso.

Siento su mano en mi rostro, no lo aparto.

—Estas más hermosa.

El corazón se me acelera, Chad retira la mano, con disimulo cojo la taza de café y lo llevo a mis labios.

—¿Qué hay de ti? Te ves cambiado.

—Ahora mismo he tomado el puesto de mi padre.

Mis ojos se abren.

—Ha sido algo complicado al inicio, pero.. uno se adapta.—Me responde y sonríe un poco.—No puedo creer que realmente estés aquí.

Trago saliva.—Debo volver.

Veo su mirada caer, pero el acepta, cuanto más tiempo pase cerca de él, más difícil es esto.

Las fuerzas que gane para venir aquí, a un hospital tan reconocido y aceptar una quimioterapia, no las tengo para decirle que estoy enferma.






¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.







Chad me acompaña al departamento y al final cometo el error de hacerlo pasar, se quita el saco y lo pone sobre la silla, sus manos van hacia las mangas de la camisa y las dobla mientras sus ojos no dejan de recorrer el lugar.

—¿Tu madre no está quedándose contigo?

Yo me adelante, ellas vendrán cuando inicie mi tratamiento, solo estaba esperando la fecha y ya me la dieron hoy mismo.

—Quieren su espacio.

—¿En serio?

El luce incrédulo y yo asiento con la cabeza.

—¿Quieres que te sirva algo?

Lo veo asentir y cojo una taza, abro el termo y lleno, sin embargo me descuido al mirarlo y el agua termina resbalándose por mi mano.

—¡Mierda!

En un acto reflejo, Chad llega hasta mí.

—¿Qué ha..

—Solo me queme, es una quemadura pequeña.

Es inútil, ya me ha tomado la mano y me ha llevado al lavadero, abre el grifo y el agua fría va directo en la quemazón, con sus manos soba despacio sobre la marca ahora roja y mientras él está preocupado en eso, lo único que puedo pensar es en los latidos de mi corazón acelerado producto de ese roce de pieles.

Chad está concentrado intentando curarme, cierra el caño y coge un pañuelo, lo envuelve con hielo de la nevera y lo apoya sobre mi piel.

—Chad.

No me responde, está concentrado.

—Debes tener más cuidado.—Pronuncia luego de un minuto, sus vista no ha dejado mi mano.

Siento dolor en los ojos, hasta ahora me doy cuenta lo mucho que lo he echado de menos.

Lo mucho que lo haré cuando yo...

La mano de Chad baja por mi muñeca y su mirada sube a mi rostro alarmándome.

Si, ha sentido mi pulso.

Retiro mi mano con cuidado, al revisarla ya no duele como lo esperaba.

—Te he extrañado.

Mis ojos suben de regreso a su rostro, él está viéndome, sigue mirándome y mi pulso ha crecido.

—Cada día.—Me confiesa .—Cada día te he extrañado como un loco.

Chad...

—Tal vez no significo lo mismo para ti y entiendo que sigas enojada, pero para mí...

—Si significo lo mismo.—Respondo, no quiero que piense que no.—También te he extrañado mucho.

Una sonrisa lenta aparece dibuja sus labios.

—Cada día te he extrañado.—Repito sus palabras y él se me acerca hasta terminar acorralándome.

Ahora mis manos están sobre su pecho y el corazón ha comenzado a dolerme.

—Te quiero.

Los ojos se me llenan de lágrimas.

No..

No me quieras, por favor.

No debes quererme.

Chad me coge el rostro, sus dedos apretándose con suavidad sobre mis mejillas y esos ojos examinan los míos llorosos, lo único que hago es negar aunque él no entienda exactamente lo que estoy diciéndole.

Pero basta saber con qué yo lo sepa.

Lo que realmente significan esas dos palabras y es dolor.

Solo nos traerán dolor a ambos.

No estaba en mis planes verlo otra vez y tampoco estaba esto.

—Te quiero, Daysi.

Rompo en llanto y ya no hubo palabras, solo acciones.

Antes de que mi tormento llegara, disfrute de esta noche, toda la noche a su lado.

12 meses para decir adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora