Capítulo cinco

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•Impotencia•


El simple hecho de que el bosque se veía terrorífico desde fuera era una de las razones por las cuales ninguno de los europeos quería entrar. USA por otro lado, estaba tranquilo aunque teniendo en cuenta de que iba a morir en manos de su padre.

A paso lento (tanto por las heridas como por que así lo deseaba) comenzó a caminar por los árboles y el camino que se había creado gracias a que el y México pasaron por ahí millones de veces. Sonrió ante el recuerdo de dos mocosos corriendo de un lado al otro, escapando de feroces bestias (como osos) o simplemente porque estaban jugando y les había dado un arranque de energía.

Cuando se paró frente a su casa, de dos pisos de color azul cielo, soltó un suspiro que llamó la atención de Canadá. El más joven estaba sentado en una silla fuera de su casa, leyendo uno de los libros sobre magia de su padre. Le sonrió con amabilidad a su hermano y los compañeros de este, pero antes de abrir la boca para saludar, la puerta se abrió de golpe.

—¡TÚ! ¡MOCOSO MALAGRADECIDO!—. UK miró a su hijo, señalándole acusador.

—Y, su filtro se cayó—. Canadá se acercó a los amigos de sus hermanos llevándolos lejos de la pelea que iba a desatarse entre su padre y su hermano mayor. —Será mejor mantenernos alejados—. Les sonrió amable, no había ningún rastro de maldad en sus brillantes ojos avellana claro.

—¡TE DI TODO LO QUE QUERÍAS Y ASÍ ME PAGAS, MALDITO Y ESTÚPIDO MOCOSO!—. Lo tomó del borde de la camiseta, importando poco si estaba herido. Inglaterra estaba enojado y al fin y al cabo tenía el confort de que podía curar a su hijo si se lastimaba más.

—¡DEJA DE GRITARME!—. Le reclamo de regreso, también tomando al más alto por el cuello de la camisa.

Ambos se comenzaron a gritar cosas sin sentido mutuamente, mientras se zarandeaba sin ningún cuidado. —Jaja, tan divertido—. Susurro Canadá, era gracioso ver los intercambios entre su padre y su hermano. Tanto ver como el filtro de su padre desaparecía y él como su hermano sacaba cualquier estupidez para responder.

—¡¡FUE TU CULPA!!—. Acusó el americano. Por su parte el inglés frunció las cejas y sonrió diabólico, USA tembló levemente.

—¿Así? ¿Mi culpa? ¡LA CULPA LA TIENES TÚ POR SER TAN ESTÚPIDO Y NO USAR TODO EL POTENCIAL DE TU MAGIA! —. Lo zarandea más fuerte, tomándolo de los hombros, olvidando por completo que su hijo está lastimado.

—PUES FUE TU CULPA POR NO ENSEÑARME—. USA también olvidó el dolor punzante de su hombro, y miró a su padre con ojos fieros.

A lo lejos Canadá se reía tranquilamente.

—¿¡QUIEN TE MANDA A IRTE EN MEDIO DE TU ENTRENAMIENTO IMBÉCIL!?—.

—¡¡PUES PERDÓN POR QUERER IMPEDIR QUE MÉXICO SE MATARA!!—. Y todo se quedó en silencio. La mención del mexicano tenso a los espectadores, sobre todo a Canadá que ahora miraba con miedo a USA ¿morir? ¿México pensaba morir?

A todo esto. ¿Donde estaba México?

—USA—. Llamó Canadá, interrumpiendo lo que sea que Inglaterra fuera a decir. —¿Donde era México?—. Su voz sonaba seria, y para menos. Canadá consideraba a México parte de su familia, creía que en algún momento México se volvería su cuñado (Canadá como USAMex shipper me da vida) y aunque no fuera el caso, siempre vería al mexicano como un amigo al cual siempre acudir.

USA apretó los puños aun sosteniendo los hombros de su padre. —No lo se—. USA mira a Canadá y este le regresa la mirada. La mirada azul oceánica de USA miraba con tristeza los profundos ojos color avellana claro de Canadá, que ahora detonaron pánico.

Sensacion de poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora