Capítulo 12

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Día: 1464 Desde el inicio

Ella se miró al espejo por última vez, las lágrimas en sus ojos amenazaban con salir para arruinar su maquillaje. Realmente se sentía linda, y debía de estarlo. Se supone que este día sería su día especial. Por fin se haría realidad su sueño: Se casaría con la persona que tanto amaba.
Ambos habían estado juntos desde los 15 años. Ahora que tenían 20, era necesario sellar su amor, y que mejor idea que con una boda.
Una pequeña boda sin invitados.


—Sabes, es de mala suerte ver a la novia antes de la boda. —Dijo viendo el reflejo de Chandler a través del espejo

—Lo siento. Creí que necesitarías un poco de ayuda.


Ella asintió, necesitaba que alguien subiera el zipper de su vestido, ya que ella no podía alcanzarlo.

El hombre pasó su mano con delicadeza por aquella cicatriz en la espalda de Zoe, eso le recordaba muchas cosas, en especial; que estaban vivos, y que sólo se tenían el uno al otro.


—Te espero en la iglesia. —Se despidió brevemente.


El camino al altar fue callado, sólo sonaba una pequeña melodía, haciendo más triste la armonía de su día tan anhelado.

Fue en ese momento en donde se puso a reflexionar sobre o sucedido, en cómo sería si las cosas fueran diferentes. Si tan sólo Chandler hubiera decidido quedarse con su familia, y no con ella.

"Tenemos dos clases de familia, las que nos obligan a formar parte, y la que nosotros formamos." Pensó, en una manera de calmar su ansiedad.

Zoe se colocó a la par de Chandler, su pomposo vestido blanco deslumbraba su piel. Su cabello castaño había vuelto, dejando atrás el rubio momentáneo que había decidido tomar en un intento de que su amado se fijara en ella. Era mucho más alta, pero aún conservaba su rostro un tanto infantil.


—¿Están listos? —Preguntó el hombre que iba a unirlos en sagrado matrimonio.

—Aguarda. ¿Estás seguro de que me amas? ¿Realmente puedes hacer esto? —Preguntó

Chandler rió ante las inseguridades de su futura esposa.

—Estoy seguro de todo, menos de algo.

—¿De qué? —Preguntó con preocupación.

—¿Por qué nos casamos por la iglesia? Quiero decir: Cometimos la mayoría de los actos de los 10 mandamientos de la iglesia. —Susurró para que la tercera persona no los escuchara


Ahora Zoe fue la que rió.

No pudieron amar a Dios por sobre todas las cosas, Zoe amaba a Chandler con una gran infinidad. Ciertamente, llegaron a tomar el nombre de su Dios en vano, creyéndose perdidos en ciertos momentos durante su adolescencia. Jamás santificaron las fiestas. No pudieron honrar a sus padres, puesto a que ambos los abandonaron a una corta edad, cuando descubrieron que ellos no los dejarían estar juntos. Era más que obvio que los dos habían estado involucrados en actos violentos donde la muerte estuvo presente. Y finalmente: Ambos habían dado falsos testimonios para protegerse mutuamente.


—Quiero estar unida contigo. No es que sea totalmente creyente en un Dios, sería irónico. Pero me gustaría pasar toda la vida junto a ti mediante todos los medios posible, y no sólo por un trozo de papel.

—Mi querida Zoe. Es increíble por todo lo que hemos pasado juntos, y todas las cosas que logramos superar. Eres mi mejor amiga, por eso te he elegido a ti, para quedarme el resto de mi vida junto a ti. No necesito de nadie más, solo de ti.

—Chandler Carlton Riggs, ¿Acepta a la señorita Zoe Fernandez Estrada como su futura esposa?

—Acepto.

—Y usted, Señorita...

—Acepto. —Respondió sin poder dejarlo terminar

—Yo los declaro; Marido y mujer. —Finalizó el hombre


Chandler y Zoe sellaron con un beso su matrimonio.

Ellos habían tomado una decisión seria. Sabían que no estaban del todo libres de pecados, pero querían que su amor lo estuviera.


—Te amo Zoe. Te amo tanto. No sé qué es lo que haría sin ti. Tú cambiaste mi vida, me diste la oportunidad de cambiar las cosas, y pasar el resto de mi vida contigo. Créeme que si no te hubiera conocido, pasaría el resto de mi vida buscándote.


Fue en la noche de bodas cuando ella estuvo dispuesta a entregárselo todo. Su respiración estaba siendo agitada, su nerviosismo no la dejaba pensar con claridad, pero estaba muy segura de lo que quería.

Su ahora esposo la veía atentamente, no debían de estar nerviosos, no era la primera vez que se veían con poca o nada de ropa, ¿Qué era lo diferente ahora?

Lentamente le bajó el zipper del vestido. Los roces que hacían quemaban, quemaban de una manera deseosa uno del otro.

Querían que al menos, la última muestra de su amor, no estuviera condenado de la misma manera en que sus vidas lo estaban.

No había palabras suficientes para explicar cuanto se amaban el uno al otro

En busca de ti. (Chandler Riggs)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora