Capítulo 2.4
—¿Qué he hecho? —susurraba Ten, asustado entre los brazos de Taeyong—. ¿Qué hice?
—No hiciste nada malo Chittaphon —sonrió el mayor.
Ambos chicos se encontraban observando el cadáver que había en el piso, la sangre seguía corriendo y la victima recién había cerrado los ojos. El tailandes no paraba de mirarse las manos ensangrentadas... él había hecho eso, él había asesinado a alguien, había asesinado a una persona, asesino a un ser viviente.
—Todo esta bien —decía el coreano.
El menor no pudo dormir esa noche, no quería dormir, siempre que cerraba los ojos veía lo horrible imagen del cuchillo clavándose en el costado de la victima. Ni siquiera había conocido a la persona que mato... lo hizo solo por Taeyong, porque él le dijo que estaría bien.
Ten quería ver a su madre con desesperación, no sabía si seguía viva, si estaba despierta o si estaba muerta. Solo necesitaba verla y hablar con ella.
Al día siguiente se atrevio a preguntarle eso al mayor... Chittaphon no estaba seguro de que funcionara.
—Tae —llamó el menor—, ¿cuando podré ir a visitar a mi madre?
Hubo más de 10 minutos de silencio antes de que Yong suspirara y respondiera fríamente.
—No puedes —dijo—, fuiste secuestrado... no te dejare salir Ten.
—P-pero, ¡haré todo lo que me pidas! Sin quejas...
—Yo puedo hacer que hagas todo lo que yo quiera solo con unas palabras —gritó Taeyong—, unas simple palabras: 'Muerte de tu madre y Johnny'.
Chittaphon se quedó callado, no le gustaba lo que estaba pasando... ¿cómo había llegado hasta este lugar? ¿cómo se había dejado caer en los encantos de Taeyong?
El tailandés se quedó en silencio mientras el mayor murmuraba cosas enojado, no quería saber que era lo que iba a pasar luego y estaba casi seguro de que, lamentablemente, le gustaría. Quería que el tiempo pasará lento, que no se acabara el día. Volvería a caer en los brazos del coreano y no quería hacerlo... pero el asesino tenía en juego la vida de dos de unas de las personas mas importantes para él.
—¿Por qué me haces esto? —preguntó Taeyong sin quitar la vista de lo que estaba haciendo—, ¿por qué?
—¿Hacer-te que? —la voz del tailandes salio entrecortada y reflejando temor.
—Me haces sentir tan débil... ¿cuando quieres ir a visitar a tu madre?
