Final fatal
Aceleraron y llegaron al aeropuerto. Hicieron el check-in y esperaron. Compraron un poco de comida y bebida, se sacaron las mascarás para poder comer tranquilos en la esquina donde se habían sentado.
—No puedo expresarte lo agradecido que estoy —lloraba Taeyong— de verdad. Nunca pensé que la persona a la que hice tanto daño me acompañaría, de verdad...
En ese momento el coreano fue interrumpido por cientos de policías entrando al aeropuerto, miro a Ten.
—Tenemos que irnos —comentó el mayor nervioso.
—No tenemos —murmuró Ten—, tienes que irte. Pero tienen el aeropuerto rodeado, no podrás escapar.
Chittaphon se levanto y corrió hasta el lado de Johnny, su mejor amigo, quien le había ayudado a planear esto con tiempo, la verdad John había hecho todo. Y gracias a eso el tailandés podría vivir con normalidad.
Taeyong lo miró alejarse y sintió que su corazón se partía, no valía la pena seguir viviendo si la única persona a la que había amado se alejaba de esa forma... No podía ser, no era cierto. Se puso de pie, pero no pudo sostenerse, se apoyo en la pared mientras intentaba respirar. El amor de su vida lo había dejado... Para siempre.
Corrió y lo más rápido que pudo le quitó la pistola a un policía. Se apuntó a la cabeza y gritó.
—¡Te amo Ten! —gritó mientras se sorbía la nariz—, ¡Nunca lo olvides!
Y se disparó.
Hubo un momento de silencio total, luego los oficiales se miraron entre sí, sin saber que hacer. Llamaron una ambulancia para que recogiera el cadáver y para que revisaran a Chittaphon.
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Diez años después.
Ten estaba acompañado de su esposo, John. Iban con sus dos pequeños hijos a la tumba de Lee Taeyong.
Cuando llegaron Chittaphon se quedó a solas con la piedra, la tierra y el cadáver que había sido puesto ahí hace mucho tiempo.
—No he olvidado lo que me haz dicho —sonrió el menor—, pero espero que te pudras en el infierno.
Y escupió en la tumba.
—Te odio.