Capítulo 2.2
Chittaphon fue arrastrado hacia una habitación a la cual nunca había entrado durante su estadía en ese lugar... era pequeña y con solo una silla en el centro.
—Siéntate —indicó Taeyong.
Ten se sentó y se quedó lo más quieto posible mientras el coreano salía y volvía a entrar con unas cosas a su espalda... le estaba empezando a dar miedo, tal vez no fue muy buena idea intentar escapar.
—No te entiendo Ten —habló el mayor, sacando un cuchillo—, no te trató mal, no te obligo a hacer nada, te alimento... ¿por qué quieres irte? ¿Quieres regresar a tu vida de mierda?
—Prefiero vivir una mierda de vida a estar contigo —murmuró el menor para si mismo.
—Repite eso en voz alta.
—N-no dij-e nada —la voz del tailandés salí entrecortada—... Quiero ver a mi madre.
—¿Por qué dices eso ahora? —el cuchillo fue apoyado contra el cuello de Chittaphon, el frío tacto del metal no le agradaba—... Dime, ¿por qué no quieres estar aquí?
—Porque no pertenezco aquí...
—Tú lugar es a mi lado —sonrió el mayor—, donde yo esté... no importa el lugar, si estas conmigo, también estarás al lugar al que perteneces.
Esa... esa... era la cosa más dulce que alguien había dicho a Ten, unas lágrimas se asomaron por sus ojos y le costo respirar... era muy dulce, eso era extraño de Taeyong, de alguna forma le causaba terror.
—Y-yo...
—Mejor quédate calladito —dijo el asesino.
Lo que paso a continuación fue muy confuso, el cuchillo fue levantado y cayó en la mano del menor... haciendo que gritará: un cuchillo acababa de ser clavado en su mano.
—Dije que estés callado.
La perforada mano de Chittaphon se encontraba cubierta de sangre... al tailandés le mareaba ver su propia sangre, mierda, si solo se hubiera quedado en la habitación.
Las lágrimas no tardaron en caer, dolía, dolía mucho.
—¿Entiendes porque no debes apartarte de mi lado? —preguntó Lee, como si no hubiera atravesado la mano del chico—, no queremos que esto se vuelva a repetir... ¿cierto?
La cabeza de Ten se movió de un lado a otro, negando.
—No se volverá a repetir —afirmó Chittaphon con miedo.
—Muy bien pequeño...
El coreano salió y volvió a entrar, ahora con un botiquín, tomó la mano del menor con demasiada delicadeza. Lo curó lo mejor que pudo y puso una venda.
—Sanará en poco tiempo —comentó el mayor.
—Gr-gracias...
El tailandés fue encerrado en su habitación habitual... era mejor estar ahí; Una vez que estuvo solo se sentó en el piso y lloró todo lo que pudo, observó su propia mano, no parecía que Taeyong fuera capaz de hacerle algo así... sin embargo lo fue.
"Tú lugar es a mi lado, donde yo esté... no importa el lugar, si estas conmigo, también estarás al lugar donde perteneces."
Esas eran las únicas palabras dulces que había escuchado de la boca del contrario... y lo peor de todo es que... le encantó la forma en la que lo dijo.
