Sentimientos.

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¡Hola!, Me tomo este espacio primeramente para agradecerle a quienes añadieron mi historia a favoritos. No escribía desde hace unos... 8 ó 7 años (・_・;), así que me llena de emoción cuando veo un seguidor nuevo. 。:゚(;´∩';)゚:。

En fin, también quería hacer una pequeña ADVERTENCIA, ya que el capítulo contiene sutiles referencias al cannabis. Podría decirse que es un aderezo para parte importante de esta trama que de a poco va formándose en mi cabeza.

Por último pero no menos importante, para quien no esté muy familiarizada/o con la serie pido porfavor ver el capítulo o googlear sobre el "Gran Gino" para tener una imagen más precisa del personaje.

Y pues eso, le doy mucho amor a todos, un poquito extra para quienes siguen mi obra. (•ө•)♡

Sin más espero disfruten!

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Helga corrió sin saber a dónde iba, corrió como si esos zapatos de tacón exageradamente alto no la torturasen, llegó al parque de la ciudad, tomó su celular y como si nunca se hubiera ido marcó el número de “El Gran Gino”. Sí, ese idiota quien sería un perfecto integrante de la familia Corleone tenía negocios “legales” en la ciudad donde el lavado de dinero era su principal función. La voz del castaño la hizo sonreír irónica, había viejos hábitos de los cuales jamás se alejaría del todo.

Al cabo de unos 10 minutos un hombre joven de traje y buen ver se acercó a ella, le sonrió arrogante al momento en que le entregaba un paquete de regalo, de esas bolsas de papel color café con un moño rojo y un par de cuerdas a modo de mango, y a su vez algo parecido a un cigarrillo artesanal.

- Tienes suerte de que estuviera cerca Geraldine - La rubia lo observó y sonrió.

- No podrías imaginar el estrés de estos días – Gino la vio encender el cigarrillo y toser al instante.

- ¡Tranquila pulmones de monja! – Gino soltó una carcajada – Es cannabis directo del continente africano, un manjar si me permites agregar.

Helga comenzó a reír al momento que sus pulmones se calmaban y su respiración dejaba de pesar, volvió a darle una calada al cigarrillo, ahora sus pulmones aguantaron mejor esa bocanada de humo, dejó salir este mismo a la par que extendía el cigarro a su amigo, el castaño lo tomó y con elocuente costumbre aspiro sin inmutarse.

La rubia recordó la primera vez que compartieron uno de aquellos cigarros mágicos, la sensación de relajo que la invadió era similar. Si Derek la viera sería obvio que no le gustaría mucho, el camarón con pelos siempre la regañó por su mal hábito, Gino siempre fue un buen amigo. Quizá su único amigo, el mejor claramente.

El castaño nunca la cuestionó, nunca criticó su comportamiento. Muchas veces la alabó y solo se refería a ella como Geraldine cuando estaban solos, como le prometió. El gran Gino había sido una pieza fundamental en su vida, siempre había tenido curiosidad por gustos más ilegales y él era quien le enseñó todo, lo decente e indecente de aquel mundillo, controlar o ser controlada.

- Te extrañé mucho Señor Importante – Helga le sonrió a la par que tomaba el cigarrillo de vuelta.

- Y yo a ti Geraldine – Gino le dedicó una media sonrisa – Lamento no haber estado en la ceremonia -.

- Oh, claro que estuviste – El castaño se giró impactado y ella sonrió divertida mientras el humo huía de sus labios – Te vi, hasta atrás como siempre. Luego vi esa enorme corona llena de rosas rojas, un sello indiscutible de ti – Helga extendió su mano hacía él y este tomó devuelta la casi colilla.

- Supongo que no puedo esconder nada de ti rubia – Observó como Helga soltó una gran carcajada.

- Ay, Gino… - Helga le dio una última calada y arrojó la colilla a un basurero cercano – Gracias por ayudarme con esto, de verdad necesitaba relajarme -.

- Cuando quieras Geraldine, siempre que me necesites estaré ahí o al menos, se hará el intento – Gino la despeinó y ella luchó por soltarse.

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