Helga se levantó de su escritorio un poco cansada, esa mañana había tenido mucho trabajo, pero como veía las cosas sería fácil llevar los negocios desde lejos. Tomando vuelos esporádicos para reuniones importantes no tendría mucho tiempo que perder en la vida de Mallory.
Tomó su saco negro que calzaba perfecto en su figura, llevaba un entero blanco sin tirantes, dejando lucir sus hombros y brazos al descubierto, unos tacones altos de charol negro, llevaba su cabello rubio en una cola de caballo alta dejándolo caer hondeando a la par de su caminar. Debía admitirse a sí misma que se había arreglado especialmente para ese pequeño encuentro.
Salió de la empresa saludando a varios empleados que se cruzaba, además de ser un signo de buena educación mantener una cercanía con ellos para que sus negocios funcionaran como se debía era importante. Así las ganancias aumentarían al menos en un 15% ese año, el negocio de los smartphones demostraba ser bastante lucrativo era cierto, así como también era obvio que un buen trabajador produce más cuando se siente reconocido. Gino como siempre dejando ver su marca personal.
Llegó al estacionamiento donde su camioneta estaba aparcada, pensar en la conversación de hoy la ponía tensa tenía más o menos idea de por donde iba, más aún así no podía evitar que una tormenta de recuerdos amargos llegase a su mente. Sentía un enorme cariño por Stella, fueron grandes amigas más allá de la relación que tenían con ella siendo novia de Arnold.
La castaña llegó unos quince minutos antes a ese pequeño restaurant que la rubia le había propuesto, no dudó en aceptar la invitación de ella para almorzar verla fuera de momentos que supusieran dolor sería bueno, ya no era la niña que mantenía en su memoria se sentía tan madura al otro lado de la línea. No cabía duda de que Helga había madurado incluso más que Arnold, un bebé le cambia la vida a cualquier mujer.
Tomó su celular, quedaban 5 minutos para cumplirse la hora pactada y al levantar la mirada fue cuando la vio. No se había dado cuenta en el funeral de la presencia que Helga imponía al entrar en cualquier lugar con su caminar elegante, así como perfectamente vestida y peinada, la rubia se robó las miradas de todo el lugar.
Al cruzar miradas Helga le sonrió, se acercó derecho a la mesa y se sentó con elocuente elegancia, pudo sentir un perfume exquisito rodearla cuando la tuvo frente a ella, verla tan adulta la hacía querer volver al pasado. Ese pasado pre secundaria donde ella y su hijo eran inseparables, donde su relación era sana y ambos pasaban los días en la casa de huéspedes como una pareja primeriza viendo películas acurrucados en el sofá.
- Ha pasado mucho tiempo Stella – Helga sonrió mientras se desprendía de su saco – Debo serte sincera, nunca imaginé un desenlace así – la rubio soltó una pequeña risita.
- La verdad es que yo tampoco mi niña – El corazón del rubia dio un brinco – Oh… ¿Prefieres que te llame Helga? – La castaña se preocupó un poco.
- No… - Negó con la cabeza – Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que lo escuché de ti – la miró y acercó sus manos para tomar las de Stella – Yo siempre voy a tener un enorme cariño hacia ti, me enseñaste muchas cosas, eres como una madre para mí… -
- Helga yo… - Los ojos de Stella se llenaron de lágrimas, el sentimiento de culpabilidad la carcomía por mucho que Helga se viera bien.
- Stella por favor… - la rubia apretó sus manos – No te preocupes, yo… yo he sanado muchas heridas del pasado, no tienes por qué ponerte nerviosa o preocuparte por mis reacciones hacía ti o cualquiera de la familia. Obviando claramente a tú hijo mayor – La rubia hablaba de corrido, si algo le habían enseñado las reuniones de negocios era a no titubear cuando tenía una idea clara en la cabeza.
- Jake no es igual a Arnold – Stella miró a la rubia y esta le sonrió.
- Carlotta no es tonta, ella por mucho que se sienta demasiado atraída por él… si fuera un mal chico ella ya me lo habría contado… - Helga dio un pequeño vistazo a la ventana – Yo no quiero interferir en la felicidad de mi sobrina, como tampoco quiero tachar a un niño de alguna forma por errores en los que él no participó – la castaña le sonrió asintiendo.
- Intercederé por él si es necesario. Digamos que mi cuñado es un padre infantil – Helga soltó una risa alegre y Stella no pudo más que reír con ella, tenía un gran cariño por la joven que tenía enfrente y ahora más que nunca, un gran respeto.

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Vidas Cruzadas.
FanfictionComo muchas cosas en la vida, hay momentos donde todo comienza feliz y termina triste. Pero, para nuestros protagonistas un comienzo amargo puede volverse en el más dulces. Así conoceremos las distintas historias, para distintas parejas, podremos ap...